Por Augusto Fraschina
¡Desgarrador relato del futbolista argentino varado en
Arabia Saudita!
La pandemia del Coronavirus ha impedido que el fútbol siga
transcurriendo de forma normal y eso ha generado muchas problemáticas. Más allá
de los inconvenientes económicos y deportivos que están teniendo los clubes,
ahora se suman problemas sociales, como los que tiene Sergio Vittor en Arabia
Saudita, donde según el, vive solo, encerrado y sin poder volver a su país.
“Si me contagio de Coronavirus en el camino, me chupa un
huevo, con tal de volver a mi país. Ya ni me importa contagiarme, a ese punto
llegué”, comenzó el Chino, quien sumó:
”El 13 de marzo ya no se podía ni ir al club para
entrenarnos. Estamos encerrados desde entonces. Mi esposa no llegó a viajar
desde Buenos Aires. Vivo solo en un complejo cerrado, construido por Estados
Unidos para militares norteamericanos”.
Asimismo, el actual jugador del Damak de Arabia Saudita
explicó su situación:
”En Arabia estamos tres futbolistas argentinos. Leonardo
Gil, Cristian Guanca y yo. Tengo de compañero a Emilio Zelaya, pero él pudo
irse a Chipre, donde está su familia. El club ya me autorizó a que me vaya,
pero queda en mí buscar la forma. Estamos tratando de conseguir un vuelo
privado desde Yedá, donde está Gil, hasta Madrid y ahí enganchar algunos de los
aviones de repatriación que manda el canciller Felipe Solá”.
En la misma línea, continuó:
”Ponemos lo que haga falta para irnos. En otra circunstancia
lo pensaría, pero ahora no me importa: me quiero ir a la Argentina. Cuando pasa
algo como esto del Coronavirus, uno se da cuenta de que lo más importante son
los seres queridos. Si mañana me dicen ‘tenés que pagar 20 mil dólares por un
vuelo privado’, le digo ‘tomá’, no importa, aunque deje de ganar. Lo pago con
los ojos cerrados”.
Al momento de explicar su estilo de vida, el ex defensor del
Rojo comentó:
”Todos los días son una aventura nueva. No puedo dormir.
Concilio el sueño a las seis, siete de la mañana, me levanto a las 10. Todos
los días es igual. Estoy casi las 24 horas despierto, uno se vuelve loco. Te
soy sincero: a las dos de la tarde me preparé la comida, son las siete y el
plato sigue ahí. Uno no tiene ganas de hacer nada, un desastre. Pierde calidad
de vida, se acuesta a cualquier hora, no duerme… Estoy más solo que un perro”.
Fuente Infierno Rojo
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