Por Christian Alonso
De la gloria eterna a la mismísima nada. De tocar el cielo
con las manos en uno de los estadios más importantes del mundo a dar lástima en
el plano local. De volver a encabezar el podio de los más coperos a sacar
cuentas, al igual que en el 2018, para jugar un certamen internacional.
Un antes y un después muy evidente en el ciclo de Holan al
frente de Independiente. ¿Se lo comió el personaje? Vaya uno a saber; lo que sí
es seguro es que, desde aquel inolvidable diciembre de 2017, todas sus
decisiones fueron notablemente desacertadas. Y lo más preocupante es que la CD
del club lo respaldó por completo en todas ellas. ¿Está mal? Se supone que no,
pues así funcionan los proyectos a largo plazo, esos en los que dice no creer
el propio DT.
Con una simple palabra alcanza para describir el penoso
semestre de Independiente, y también su presente. Al igual que en la primera
mitad del 2018, donde el objetivo era ganar la Recopa (no se consiguió),
clasificar a la presente edición de la Libertadores (no se logró) y avanzar de
ronda en la última (el único tilde para aquella época), el inicio del año del
Rojo es un fracaso.
“Sos muy duro, no te olvides de dónde venimos…”.
Justamente por eso; venimos de un año en el que EL ESTADIO
COMPLETO APLAUDÍA MIENTRAS EL EQUIPO MOVÍA LA PELOTA DE LADO A LADO.
¿Se acuerdan? Pasaron unos pocos meses. Pero con algunas
decisiones bastó para tirar todo por la borda.
Está claro que los Rigoni, Barco, Tagliafico y Meza se iban
a ir algún día. Pero tal vez no era el momento justo para los Torito Rodríguez,
Puma Gigliotti, Leandro Fernández y compañía.
Y demos gracias a Dios que todavía hay un tal Martín Campaña
parado bajo los tres palos.
Si “la única verdad es la realidad”, el patético presente
futbolístico del club no puede ser pasado por alto. TODO lo que logró
Independiente bajo el legado de Holan (no sólo la Sudamericana en Brasil y la
pequeña excursión copera a Japón, sino también la ilusión en los hinchas, el
reconocimiento -y la envidia- del resto de los equipos, el compromiso, la actitud
y la intensidad) es gracias a él. Y el Pueblo Rojo se lo va a agradecer de por
vida.
Pero todo tiene un límite y sus palabras ya no tienen
sustento.
¿En qué se basa el DT para repetir su discurso de que el
club “va a ganar un título” en este 2019? Nada mejor que una murga para el fin
de semana de carnavales.
Independiente era un gigante dormido. Desde afuera, Holan
dijo que tenía la receta para despertarlo y ponerlo en marcha nuevamente.
Vino; lo logró y de una manera que emocionó a propios y
extraños. Se ganó el reconocimiento y el cariño de los ídolos del club y, mucho
más importante, de la gente (que no coreaba el nombre de un entrenador en
Alsina y Bochini desde el segundo ciclo de Américo Gallego).
Así como lo despertó, lo metió en la cama, lo arropó y le
contó un cuento para que vuelva a dormirse. Las malas decisiones y las
dificultades para reconocerlo devolvieron a Independiente a aquella vorágine de
no saber ni siquiera hacia dónde va, como hace algunos años atrás.
Eternas gracias por aquel inolvidable 2017, pero este ciclo
(desde hace un largo tiempo) parece estar más que finalizado.
Fuente Orgullo Rojo
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