Independiente cayó ante Boca en el Libertadores de América
en un encuentro donde hizo absolutamente todo bien excepto una cosa: definirlo.
Falta de definición: Si en lugar de cinco, las claves fueran
solamente una, esta sería la más apropiada para explicar por qué Independiente
no ganó. Se erró un sinfín de goles, mano a mano, centros, tiros libres,
jugadas armadas… pareció un poco el Rojo del 2017, solo que no entró la pelota.
Fundamental.
Dominio total: El Rojo dominó a Boca de punta a punta. Lo
apretó, no lo dejó jugar, lo acorraló y lo obligó a hacer tiempo de forma desmesurada
cual equipo que pelea la permanencia y se lleva del Libertadores de América un
puntazo. ¿Es clave para el resultado final? La lógica dice que no, pero de no
haberse dado este partido, hoy no se hablaría de derrota inmerecida.
Un descuido: Ante un Boca diezmado y casi entregado, el
equipo de Ariel Holan cometió el único error que no debía cometer: relajarse y
perder la marca de los más bravos. Edwin Cardona entró, hizo una gran jugada, y
clavó el gol de la victoria para el Xeneize. Insólito, pero el fútbol es así.
Los penales: Darío Herrera no sancionó dos penales para
Independiente. Se vuelven clave, incluso existiendo una gran posibilidad que
fueran errados. Cuando un equipo ataca y ataca se vuelve proclive a que le
cometan faltas. Los penales no eran casualidades, eran resultado de un equipo
que entraba constantemente al área rival. Una pena.
El gol: Y cómo no terminar con la jugada que mínimamente
hubiera dejado el partido en un 1 a 1 igual de injusto que la derrota, pero que
al fin y al cabo era un 1 a 1. Independiente, que tuvo mucha falta de puntería,
en verdad convirtió un gol. Un gol que por capricho de Herrera no fue
sancionado. Un bochorno.
Fuente Infierno Rojo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.