Por Andres Morando
Independiente levantó vuelo y tanto Gigliotti como Domingo
demostraron que deben ser titulares ante River. Una victoria que es estímulo y
también preludio.
Señores pasajeros (Diablos), ajústense los cinturones. Con
una temperatura primaveral y una visibilidad estupenda, el CAI, al fin, levantó
vuelo. Nuevamente, les da la bienvenida a la ilusión su comandante y piloto, el
señor Ariel Holan.
Sí, este despegue llegó en el momento justo. Y fortalece de
cara a la gran primera escala, el próximo miércoles en el Libertadores. Por
varias razones. La goleada (primera victoria del semestre tras la coronación en
Osaka) se edificó laboriosamente, con criterio y el compromiso de cada jugador.
La apuesta a los desbordes de Verón funcionó. Y cuando los
centros representan el final de una jugada producto del juego asociado, mejor
aún. Como ocurrió en el primer gol (excelente participación del pibe Asís), y
también unos minutos antes, cuando Braian Romero -otra buena actuación- pudo
haber abierto el marcador tras un envío de Sánchez Miño.
La premisa debe ser que la bocha vaya al ras del piso y que
sólo se levante en la última puntada para sacudir la red.
El regreso al gol del Puma -más allá del penal fallado, cada
vez más querido por la grey Roja-, ratifica que es un hombre hecho con la pasta
para jugar los cruces decisivos, calientes (Libertad, Flamengo, Millonarios,
Lara, etcétera...).
Conclusión: debe ser titular ante River. Idéntica situación
la del que, a mi juicio, debería ser el primer cinco en la consideración del DT
y otra pieza inamovible: Nico Domingo. Siempre juega, quita y corre. Cero humo.
Además: gran pincelada de Gaibor con ese taco divino que fue
asistencia en el segundo, solidaridad y hambre en Silvio Romero y el atajadón
de cada partido de la Araña Oriental, al salvar el empate (no te vayas nunca,
capitán).
Decía en el enunciado que, al fin, debíamos despegar, porque
también se hacía imprescindible dejar atrás la triste noche en Lanús. Y a
partir de aquella frustración, volver a reencontrarnos con lo más precioso: el
buen juego.
Como sucedió ante cada instancia crucial de este ciclo,
reafirmo mi apoyo incondicional para el DT y estos muchachos. Porque siempre
quieren escribir otro capítulo en la gloriosa historia de Independiente.
¡Vamos Rojo!
Fuente Olé
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