Los clubes deben volver al calendario febrero-diciembre, por
lo que la idea más firme es hacer un torneo de transición a partir de agosto y
hasta fin de año
Los clubes deben volver al calendario febrero-diciembre, por
lo que la idea más firme es hacer un torneo de transición a partir de agosto y
hasta fin de año Fuente: Archivo
Por Alejandro Casar González y Fernando Czyz
El fútbol argentino tiene todo claro hasta mediados de mayo.
Después, posará su mirada sobre Rusia y la suerte del seleccionado argentino
que jugará el Mundial. Lo que ocurra cuando baje la adrenalina del máximo
torneo internacional todavía es una incógnita. La Superliga sabe que tiene que
adaptarse al calendario propuesto por la Confederación Sudamericana y jugar su
torneo entre febrero y diciembre. Pero está en una encrucijada: desde agosto
tendrá 26 equipos y estará en plena transición desde que se inició la cuenta
regresiva de los 30 a los 22, que se propuso para 2021. El tema a resolver es
cómo sale del atasco: ¿Juega un torneo corto entre agosto y diciembre para
seguir purgando la cantidad de equipos? ¿Mantiene el largo y posterga la
adaptación al calendario internacional? En ese caso, ¿arma dos zonas de 13
equipos y juegan todos contra todos? Aunque aún no hay una decisión tomada, en
las oficinas de Puerto Madero donde funciona la Superliga ya piensan en el
futuro.
En las reuniones de mesa chica que se realizaron entre los
últimos días de enero y principios de febrero quedó claro que algunos
dirigentes de la liga quieren hacer el traspaso al formato febrero-diciembre lo
más rápido posible. Eso implica jugar un solo torneo de transición entre agosto
y diciembre. La pregunta, entonces, es ¿con cuántos ascensos y descensos? La
posibilidad de que bajen tres equipos y suba uno -lo que llevaría al libro
Guinness al 2018, con siete descensos en total- no está descartada, aunque
parece muy difícil de aprobar. "Es imposible que la mesa directiva de la
Superliga apruebe eso", cuenta uno de los dirigentes que vota en las
reuniones. Ocurre que ese torneo sería el certificado de defunción para los
equipos recién ascendidos desde la B Nacional, que dividirán por un solo
semestre. Estarían obligados a pelear el título para no regresar enseguida a la
segunda categoría.
La semana pasada hubo un planteo puntual: que asciendan dos
y bajen dos, con lo cual se haría la transición hacia el nuevo calendario sin
disminuir la cantidad de equipos: 2019 comenzaría con los mismos 26 que habrá
en primera desde agosto de este año. El tema, otra vez, es quiénes (y cómo)
descenderán. Sobre la mesa de negociaciones se barajó la posibilidad de que el
torneo de transición cuente por seis meses (es decir, la mitad de un torneo
largo) para la tabla que calcula los promedios. Si se implementa habrá que
sacar la calculadora y hacer cuentas.
Los que abogan por un torneo largo desde agosto18 a junio 19
tampoco la tienen fácil. Les juega en contra la cantidad de clubes: con 26
escudos en la Superliga sólo se pueden jugar 25 fechas. El regreso de los
clásicos dobles elevaría ese número a 26, demasiado poco para un año
calendario. Y nada excitante para las empresas de TV, ya que habría fines de
semana sin una gota de fútbol de primera. Pero tampoco dan los tiempos para un
torneo a doble rueda, que tendría 50 fechas.
Mientras la Superliga se debate entre sus tres opciones, la
AFA fijó su propia postura. La B Nacional, que ahora es la categoría más
importante entre las que se manejan en el edificio de la calle Viamonte,
postergó la definición de su nuevo torneo para fines de marzo. "Todavía no
sabemos cómo vamos a jugar. Hay una comisión que está trabajando para evaluar
cómo seguirán todas las categorías. Hemos dicho que lo resolveremos a fines de
marzo. Hay versiones que no condicen con lo que se está trabajando", dijo
el presidente de la AFA , Claudio Tapia , el martes pasado.
Dos días después, el jueves, los dirigentes de la divisional
comieron un asado en Ezeiza con el presidente de la AFA, Claudio Tapia. En
charlas informales hablaron del futuro. La AFA ya le dijo a la Superliga que en
el próximo semestre (agosto-diciembre), la B Nacional "tiene que jugar por
algo". Ese "algo" tiene especificaciones: dos ascensos. Por lo
tanto, la pelota está del lado de la Superliga, que tendrá que decidir si mantiene
en 26 sus equipos o si, con tres descensos en el segundo semestre, baja el
número a 25.
Desde ahora y hasta fines de marzo, la comisión del ascenso
que se encarga de diagramar los nuevos torneos para las distintas categorías
deberá pulir un boceto para la B Nacional. La versión más firme es que la
segunda categoría del fútbol argentino zonificaría su torneo. Y pasaría a
llamarse Primera A. Estaría dividida en dos zonas: Primera A Interior y Primera
A Metropolitana. Los dos campeones de zona ascenderían a la Superliga. Y podría
haber una especie de liguilla con los mejores de cada zona para definir un cupo
para la Copa Sudamericana. Claro que para que esto ocurra la AFA deberá
negociar con la Superliga, que hasta ahora acapara todos los cupos destinados
al fútbol argentino para los torneos internacionales, salvo la Copa Argentina
(que puede ganar un equipo del ascenso, por ejemplo).
De fondo, y como condimento para la definición del formato
del torneo en la Superliga, subyace la economía: a medida que disminuya la
cantidad de equipos de primera, aumentará el monto que cada uno recibirá por
los derechos de televisión. Porque pertenecer tiene sus privilegios.
La copa de la Superliga: un nuevo certamen en la agenda
Los clubes de la Superliga disputarán la Copa de la Superliga,
que nacería en el segundo semestre de este año. La idea es vender el nombre y
transformar la competencia en un torneo tradicional, a la manera de la Copa FA,
de Inglaterra, que auspicia Carabao (bebida energizante). Se presume que habrá
una larga negociación con los dueños de los derechos de televisación. La
Superliga entiende que los de este nuevo torneo podrían ser negociados por
fuera del contrato vigente hasta 2022 (con opción a otros cinco). Para las
empresas, en cambio, estaría incluido en lo ya firmado. La estrategia de la
Superliga a largo plazo es conseguir más dinero por el nuevo torneo e
imponerlo, como sucedió con la Copa Argentina. Esta, por ejemplo, instaló a su
campeón en la disputa de la Supercopa Argentina, que en este primer semestre ofrecerá
el partido más atrayente, con Boca y River jugando en Mendoza.
Fuente Cancha Llena La Nación

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