El uruguayo ya vive la final con Flamengo y destaca "el
hambre de gloria" del plantel de Independiente.
Diego Rodríguez pasó de ser prescindible a convertirse en
titular indiscutido en Independiente.
Pör Nahuel Lanzillotta
León mira para todos lados. Sus ojos no alcanzan para tanto
escenario desbocado. Pero encuentra un foco. Con dos añitos, le basta con
observar a su papá saltar de alegría en el impecable césped del Libertadores de
América para entenderlo todo y también ponerse a festejar. Mamá Analía se
emociona a su lado y siente cómo en su interior esa otra vida que está
creciendo se revuelca de felicidad. Los abuelos, Diego y Estela, y las tías,
Agustina y Luciana, cruzaron el Río de la Plata para este momento. La familia
Rodríguez se agranda desde un palco del estadio de Independiente con la
clasificación a la final de la Copa Sudamericana consumada. Y Diego, el Torito,
completa su satisfacción al levantar la vista y encontrar a todos los suyos
juntos entre la multitud endiablada. "Verlos a ellos ahí es un incentivo
extra; para mí es muy importante que estén en la cancha", le dice el
volante central uruguayo a Clarín al recordar la noche perfecta del martes.
"El miércoles van a estar ahí de nuevo", se motiva
Diego Rodríguez pensando en el cruce decisivo con Flamengo (a las 20.45 en
Avellaneda), no sin antes traer a la memoria todo el sudor que invirtió para
revertir una situación adversa y llegar a esta instancia siendo pieza clave en
el equipo titular. A diferencia de Juan Sánchez Miño o de Martín Benítez,
quienes eran resistidos por los hinchas y cambiaron murmullos por aplausos, fue
el técnico Ariel Holan quien le sugirió al Torito, a principios del año, que se
buscara otro club. "Fue sincero conmigo y me dijo que yo iba a arrancar
desde atrás porque tenía a varios compañeros por delante mio", recuerda el
mediocampista de 28 años.
De pierna fuerte y templada, Rodríguez es un
"Torito" en la mitad de la cancha del Rojo. (Foto: EFE)
Belgrano de Córdoba le abrió sus puertas y entre los clubes
estaba todo acordado, pero... "No me quería ir por la puerta de atrás. En
ese momento sentí como una inyección para querer revertir la situación. Decidí
apretar los dientes y superarme día a día. Lo hablé con mi familia y con muchos
compañeros que me dijeron que me iban a necesitar. Confié en mí, en mi
rebeldía, en lo que me llevó a estar en Independiente. Y hoy puedo disfrutar de
esto que es maravilloso. Después de la semifinal, pensé en lo acertado que
estuve en quedarme", cuenta el montevideano que convenció a Holan con
fútbol y esfuerzo. De hecho, el mismo entrenador le pidió a mitad de año que no
se fuera. "Eso habla de su grandeza. No se quedó con lo primero que vio de
mí y se lo agradezco", remarca Rodríguez, quien ceba el primer mate y
sigue la charla.
-¿Cuándo volviste a sentirte importante?
-El clásico que le ganamos a Racing 2 a 0 en nuestra cancha
fue el partido que me marcó. Hubo un antes y un después. Para mí era un examen.
Como jugador necesitaba tener un partido así.
-¿Te sentís un referente?
-Estoy en una edad intermedia. Trato de aprender de los más
grandes y de ayudar a los más chicos. Me di cuenta de que ya no soy un nene y
que puedo ayudar a los pibes. Trato de apoyarlos y de aconsejarlos, tanto en lo
futbolístico como en la vida.
-¿Cuándo se pasa de ser un juvenil a un jugador maduro?
-En mi caso me di cuenta de que no era más un pibe cuando
(Ezequiel) Barco empezó a entrenar con nosotros y me enteré de que me llevaba
diez años. Jajaja... Con el correr de los partidos te vas dando cuenta en
distintas cosas: posiciones, tomas de decisiones, posturas, lectura en ataque y
en defensa. Cuando sos más chico quizá no te das cuenta de muchas de estas
cosas. Y en mi vida personal siempre fui muy centrado.
-¿Cuesta que los pibes de hoy sean centrados?
-Lo charlamos con los chicos del plantel y escuchan. Todos
tuvimos 18 o 20 años y nos gustaba salir. El tema son los momentos. Los chicos
lo tienen claro; quieren aprender y conseguir cosas para ser protagonistas. Los
pibes de Independiente no son un problema.
-Este Independiente es vertiginoso en ataque, pero sólido en
defensa. ¿Por qué?
-Porque corremos todos. El primer defensor es el delantero.
Tratamos de recuperar la pelota lo más lejos posible de nuestro arco. Y cuando
nos llegan, tenemos defensores y un arquero de primerísimo nivel. Por ahí nos
llegan una vez y Martín (Campaña) nos salva. Nuestros defensores son muy buenos
en los "mano a mano". Somos un equipo corto y compacto.
"El hambre de gloria", es según Diego Rodríguez la
mayor virtud de este Independiente. (Foto: Marcelo Carroll).
-Seguro que ya conocías algo de la historia de
Independiente, pero ¿con la llegada de Holan terminaron de entender la
importancia de la camiseta?
-Sabía la historia del club. Sin dudas que con la llegada de
Ariel y con el acercamiento de las glorias nos empapamos mucho más de todo eso.
Conocimos y aprendimos el saludo histórico y su causa. Aprendimos todo lo que
habían ganado y compartir una mesa con ellos es algo muy gratificante.
-¿En un primer momento pensaste que lo del saludo iba a ser
tan significativo o lo tomaste como un detalle?
-Realmente no pensaba que iba a tener tanta incidencia. Y
ahora cuando entramos a la cancha y levantamos los brazos se siente algo
increíble que nos da mucha más fuerza.
-Decime la mayor virtud de este plantel.
-El hambre de gloria. Este grupo quiere conseguir cosas y
trascender con la camiseta de Independiente.
-¿Ya estás jugando la final en tu cabeza?
-Será mi primera final importante. Estoy mentalizado, sé que
en cuestión de horas voy a jugar el partido más importante de mi carrera.
También trato de manejar la ansiedad para no pasarme de rosca. Charlamos con
los compañeros. Cada uno en su cabeza ya se imagina el partido. Nos arengamos y
nos damos fuerzas. Pase lo que pase, tenemos que darlo todo y terminar vacíos.
Fuente Clarín
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