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lunes, 2 de octubre de 2017

¿Dónde va la gente cuando llueve?



 Por Lucas Campos


¿Dónde va la gente cuando llueve? A la cancha de Independiente. A abrazarse con los goles, a ver a Tagliafico levantarle los brazos al cielo más lindo de todos y sobre todas las cosas, a ver fútbol.

Entonces la gente, entre el frío, el viento y la lluvia, observó bien como las manos de los once soldados colorados se elevaron a las nubes de Avellaneda. Y el match comenzó. La primer pitada de mi cigarro se dirigió a una bandera que decía “Basta de AFAno”

Quizás sea fácil jugar en Boca, cuando nunca te cobran un penal en contra, o sea fácil jugar en River, dónde te permiten seis refuerzos, pero no es fácil jugar en Independiente, en dónde ante la duda, la decisión es negativa. Sobre todas las cosas, es difícil hacerle un gol a un equipo de De Felippe.

Tagliafico nos ilusionó a todos con una pelota que se estrelló en el travesaño. Independiente fue con ganas pero siempre se encontró con Aguerre. En el complemento, el “Dale Rojo dale Ro” se mezcló entre la fina llovizna, mientras la gente veía, como dice el tema:
“Un arco iris tierno y precoz,
en el abanico de tu pestaña gris.
Ves aquellos hombres, corren sin ver
Buscan una casa donde cambiar su piel”.

¿Y dónde fue Meza? Se levantó del golpe y fue, y se metió. Se metió y la metió. Entonces el abrazo de gol se produjo y todos nos abrazamos. Porque el abrazo de gol es eso. Es el lugar en dónde, ricos, pobres, negros y blancos comparten el sentimiento sin importar absolutamente nada. Arriba el local.

El resto del partido fue una siesta. Solamente destaco la viveza de Amorebieta que simuló un golpe e hizo expulsar al zaguero del Fortín. Independiente ganó pero los abrazos duraron poco. Otra vez, en otro capítulo oscuro y triste del fútbol, la policía bajó dicha bandera, quizás porque le caía mal la frase, y además tiró con balas de gomas a dónde había hombres, chicos y mujeres festejando la victoria de su equipo.

No les tengo bronca ni rencor. No los odio como quizás ellos odian a Independiente, porque en otros clubes no pasa. Es más, los abrazaría como abracé a cualquier desconocido en un grito de gol. Los abrazaría y les diría al oído que una bandera no importa más que la vida de una persona. El problema era que la bandera decía la verdad, y la verdad molesta y duele. Les duele


Fuente De la Cuna al Infierno

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