Se viajó a Chile con la obligación de clasificar a octavos,
y se cumplió. Ahora, sin Rigoni, no se puede perder a Tagliafico. Su
transferencia puede esperar.
El Rojo está en octavos.
Por Andres Morando
Otro planteo valiente. Una nueva versión de una idea que no
para de crecer. Viajamos a Chile con la obligación de clasificarnos ante un
rival que había mostrado debilidades en Avellaneda. Y si bien jamás perdí la fe
en nuestro equipo, que aquella noche había alcanzado un fútbol virtuoso durante
casi todo el partido, lo cierto es que, al obsequiarles dos goles, los
revivimos para la revancha. Pero ayer en Calama, el CAI -tras recibir un gol
tempranero- mostró carácter: surgieron Meza, Barquito y el Torito y lo dio
vuelta con absoluta justicia. Es más: en un segundo tiempo en el que el 2-1
quedó corto (ojo a la falta de eficacia), otra vez Albertengo -con un puñado de
minutos en cancha- ratificó que la puede pelear en el Rojo.
Con la firmeza del debutante Amorebieta y el pase en el
bolsillo, no puedo omitir la partida de Rigoni. La decisión del cordobés nos
deja la sensación de etapa incompleta, de alguien que pudo haber dado más pero
elige dar las hurras. Y si bien era una pieza clave, el DT ya bajó una línea
clara a fines de 2016: el compromiso con la camiseta roja debe ser total. Caso
contrario, adiós. Muy distinto debe ser tratado por la CD el caso Tagliafico.
Nico nunca expresó su deseo de irse, y sabe que es muy querido por nosotros.
Además de jerarquía, con su salida se perdería algo vital: una buena dosis de
las reservas morales en las que descansa el Rojo. Ojo CD: trabajen a destajo
junto al capitán y no coloquen una bomba de tiempo en los cimientos del equipo
que mejor juego exhibió desde 2009. Su transferencia puede esperar.
Fuente Olé
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