Los Rojos llevan cinco partidos sin victorias en el
Libertadores de América; una nueva decepción ante Atlético Rafaela (1-1)
Por Jonathan Wiktor
Se lamenta Barco; Independiente muestra otra cara cuando
sale de Avellaneda
Seis días después de una goleada que se suponía liberadora,
Independiente reincidió en la decepcionante rutina de fallar de local. Atlético
de Rafaela , un equipo que camina directo al descenso, fue un hueso duro de
roer para el inestable conjunto de Holan, que apenas ganó un partido en lo que
va del año. Ayer por la tarde, en el Libertadores de América, uno de los
estadios donde más se sienten los murmullos, los Rojos una vez más quedaron
expuestos ante su gente. No saben jugar en su propia casa.
Un dato será elocuente: Independiente no gana como local
desde el 4 de diciembre del año pasado, cuando venció a River por 1-0, aun con
Gabriel Milito como DT. Desde entonces, en esa condición, entre torneo local y
Copa Sudamericana, empató cuatro veces y perdió una.
Con la misma fórmula que ante Patronato, Independiente buscó
durante los primeros minutos el vértigo que lo llevó al triunfo hace una
semana, cuando goleó a Patronato. Pero el intento, durante el amanecer del
partido, fue un chasco. Con Erviti a media máquina (se iría lesionado antes del
entretiempo), Rigoni pasado de revoluciones y Barco atrevido pero sin
cómplices, el conjunto de Holan expuso su peor versión. Atlético de Rafaela, al
tanto de la negativa estadística del equipo de Avellaneda de local, eligió -sin
romper su estructura- manejar la pelota.
Con todas sus limitaciones al hombro, a Atlético le
alcanzaron algunos pases triviales para poner nervioso a Independiente. Desde
las tribunas empezaron los murmullos, toda una costumbre de los últimos años.
Sobre el terreno el equipo llegaba tarde a la mayoría de los cruces. Erviti, el
líder espiritual, les pedía a sus compañeros que se calmaran. A esa altura la
histeria era de los Rojos y no de Atlético, un equipo condenado a dar sus
últimos espasmos en la máxima categoría del fútbol argentino.
En un intento por profundizar la búsqueda por la derecha,
Juan Manuel Llop, en el comienzo de la segunda parte, le dio lugar a Gabriel
Gudiño, experto mediocampista por esa zona. Un minuto tardó en dar resultado.
Gudiño se escapó por la banda, sacó un centro medido para Angelo Martino, quien
conectó para abrir el marcador. Hubo un silencio largo apenas interrumpido por
el solitario grito de gol de los jugadores de Atlético.
Independiente lucía desencajado. Holan vio que Meza sobraba
en el partido y decidió reemplazarlo con Benítez, con menos panorama pero más
directo. Iban seis minutos del segundo tiempo. El misionero, en su primer
intento, vio que Gigliotti -que estaba a punto de salir- había encontrado un
hueco. Ahí estuvo el empate. El centrodelantero definió de cuchara. En esa
jugada el ex atacante de Boca convertía su primer tanto con la camiseta de
Independiente y así saldaba una deuda.
Tras la igualdad, el encuentro se hizo de ida y vuelta. El
medio campo fue apenas una zona de tránsito. Herido por su difícil lucha por
conservar la categoría, la visita entendió que no podía resignarse al empate. A
los 12 minutos pudo haberlo ganado, pero Campaña tuvo la atajada del duelo.
Barco, a los 21, se internó en el área, apenas volcado a su izquierda, y cruzó
un remate que se fue apenas ancho. El partido era eso: poca elaboración y
arrestos veloces de los dos equipos. Mauro Albertengo, el hermano de Lucas,
tuvo una de las últimas. Independiente contestó con Benítez. Lo pudo haber
ganado cualquiera.
Fuente Cancha Llena

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