A Independiente le cuesta anotar: sólo 15 goles en los
últimos 21 partidos oficiales.
Por Jonathan Wiktor
El karma de Gigliotti.
Independiente certificó su crisis ofensiva con el híbrido 0
a 0 con Alianza Lima de Perú, anteanoche, por la primera etapa de la Copa
Sudamericana. El renovado equipo de Ariel Holan, a contramano de su juego
ambicioso, no puede resolver un problema viejo, un estigma que persigue a los
Rojos desde hace meses, incluso desde mucho antes de la llegada del actual
entrenador: no hay una proporción positiva entre la generación y la
finalización de las situaciones de ataque. Precisa mejorar la última estocada.
La falta de gol no es algo nuevo en el conjunto de
Avellaneda. En el campeonato local, en 16 partidos, sólo marcó 12 tantos,
repartidos entre Rigoni (3), Vera (3), Denis (2), Meza, Barco, Cuesta (uno cada
uno) y el restante en contra (de Arregui, de Temperley). Boca, el líder, tiene
más del triple. Si a eso se le suman la Copa Argentina y la Copa Sudamericana,
el total es de 15 tantos en 21 partidos, un promedio de 0,71. La gravedad es
incluso más compleja: Independiente no marca más de dos goles desde el 21 de
mayo del año pasado, el día en que derrotó 3 a 0 a Quilmes.
Holan, que sabía con lo que iba a encontrarse, rearmó el
plantel y logró refrescar a Independiente. Con la incorporación de Gigliotti y
la recuperación de Albertengo, el ex asistente de Burruchaga se vio cautivado
por los números. Con dos atacantes de peso, con estadísticas tentadoras,
durante los primeros dos encuentros (San Martín de San Juan y Vélez) eligió
darles la titularidad para que se repartieran la zona. No le dio resultado. El
martes, Albertengo, con algunas molestias físicas, fue suplente y Barco,
titular, se paró como conector por la izquierda. Fue el mejor jugador del
equipo.
Desde mediados de 2014, sin contar a los jóvenes que venían
de las inferiores, hubo diez futbolistas que intentaron cumplir esa función:
Penco, Valencia, Riaño, Lucero, Pereyra Díaz, Denis, Vera, Albertengo, Leandro
Fernández y Gigliotti. Ninguno se ganó el puesto de manera confiable. Los
últimos tres son los únicos que aún están en la institución. De ese grupo de
diez hay dos casos singulares: el primero es el de Gigliotti, que acaba de incorporarse
y por lo tanto todavía necesita adaptarse -más allá del penal desperdiciado-, y
el segundo es el de Penco, que se ganó el cariño de la gente, pero que no tuvo
lugar en la máxima categoría. Los demás fueron discontinuos, dos de ellos por
lesiones graves: Albertengo -en 2015- y Fernández -en 2016- se rompieron los
ligamentos. Vera tuvo buenos momentos, que luego fueron espejismos.
Fuente Cancha Llena

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