Ezequiel venía de un mal Sudamericano Sub 20, pero en
Independiente volvió a ser la joyita que genera ilusión: entró en el segundo
tiempo, se asoció bien con Erviti y reactivó el juego del Rojo.
El pibe de 17 años, la pelota y el pedido de compañía.
Era una de las primeras misiones de Holan en su llegada a
Independiente: levantarle la moral a Ezequiel Barco, quien no volvió del todo
bien en lo anímico del Sudamericano Sub 20. El pibe de 17 años había tenido un
mal torneo en Ecuador, donde se suponía que sería una de las figuras del equipo
y no rindió como se esperaba. De hecho, terminó perdiendo su puesto entre los
titulares. Y aunque no estuvo de entrada en el primer partido oficial del Rojo
en este 2017, el chiquilín demostró que cambió el chip y se pareció al que se
lució el año pasado en el LDA.
El nuevo entrenador se la jugó por él cuando iban ocho
minutos del segundo tiempo e Independiente no lograba engranar para quebrar a
San Martín. Holan lo mandó a la cancha por Albertengo y Barco respondió: le
aportó frescura y velocidad, mostró asociaciones interesantes con Erviti y fue
fundamental en el crecimiento futbolístico.
El mismo técnico reconoció el buen nivel del pibe: “Me gustó
muchísimo la movilidad que le dio al equipo. Demostró que no tiene inhibición
para quebrar al rival”. De todos modos, afirmó que no va a apurar la aparición
de los más chicos, incluso en el caso de Ezequiel, quien se asentó en el equipo
el año pasado: “Tengo que tener la responsabilidad de administrar su ingreso.
Todos están bien y piden pista. Vamos a jugar muchos partidos. No quiero
sobrecargarlos a todos de golpe con la responsabilidad que tienen por ser
futbolistas de Primera”. Pero, con lo que mostró ayer, seguro que a este Barco
sí se sube.
Fuente Olé
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