Pellerano, quien se fue a Olimpia, dice que el problema del
Rojo es similar al de la Selección: “Pasa por la cabeza”.
“La gente se va a
calmar cuando se gane algo”
Por Favio Verona
Hernán Pellerano levantó el teléfono apenas se enteró de que
Cuesta iba a tener el fin de semana libre. “¿Por qué no te pegás una vuelta por
Paraguay?”, le dijo. La respuesta de su ex compañero de zaga fue inmediata:
“Dale, en un rato estoy por allá”. El central que es pretendido por Inter, sacó
los pasajes y recorrió los 1.038 kilómetros que separan a Buenos Aires de
Asunción como quien se toma un colectivo para viajar 15 cuadras.
“Me llevé
varios amigos de Independiente, pero Víctor es casi un hermano”, comentó
Pellerano, quien decidió mudarse a Olimpia apenas se enteró de que Ariel Holan
no lo iba a tener en cuenta.
-¿Te sorprendió cómo se dio tu salida?
-No, fue normal. Lo que pasa es que cuando se va el capitán
de un equipo grande pareciera que se trata de una catástrofe. El técnico me dio
a entender que no iba a tener posibilidades de sumar minutos y a mi edad no me
conviene estar parado. Entre jugar en Olimpia y estar colgado en Independiente,
preferí mantenerme en actividad. Los dirigentes estuvieron de acuerdo en que
era lo mejor para todos.
-¿Qué le dijiste a Holan?
-Le aclaré que no les guardo rencor a los técnicos que me
avisan que no me van a tener en cuenta, pero sí a los que no te dicen nada y en
cinco meses no te ponen nunca. En este caso el entrenador me fue de frente y no
me hizo perder tiempo.
-¿Y cómo recibiste su explicación?
-Le agradecí porque me dijo las cosas en la cara. Me
advirtió que si me quedaba iba a ser el cuarto central en su consideración. No
anduvo con vueltas y eso no siempre sucede en el mundo del fútbol. Respeto su
decisión.
-¿Te dolió tener que marcharte?
-Sí, porque más allá de que no alcanzamos los objetivos
principales que nos planteamos, disfruté de algunos momentos. Y nadie me saca
el orgullo de haber jugado en un club con tanta historia.
-¿Es difícil jugar en Independiente?
-Siempre se dice que el hincha del Rojo va a la cancha a
putear. Pero tenemos que ser sinceros: eso pasa en todos lados. El argentino en
sí vive del éxito y no tolera el fracaso. Nadie va mal predispuesto a la
cancha, pero quiere ganar algo cuanto antes. La gente se va a calmar cuando se
gane algo. Sin un título va a ser imposible que el club salga de esta
situación.
-¿El clima hostil condiciona a la hora de jugar?
-Sí, influye. Los que quedaron van a tener que convivir con
eso. Ellos son los únicos que pueden cambiar insultos por aplausos.
-¿Ustedes no lograron abstraerse?
-Es difícil. El hincha juega a tu favor si le demostrás
agresividad. La gente vive en un país en el que la pasa mal de lunes a viernes
y quiere tener por lo menos una alegría el domingo. Y es comprensible que se
enoje si el equipo les arruina el fin de semana.
-¿Por qué el equipo no alcanzó sus metas?
-Independiente tiene el mismo problema de la Selección. La
necesidad de ganar para cortar la sequía de títulos les juega en contra a los
futbolistas. Es cuestión de ganar algo para liberarse de esa pesada mochila.
-¿Pasa por una cuestión anímica?
-Sí, el problema pasa por la cabeza porque hay buenos
jugadores.
-¿Se bloqueaban a la hora de salir a la cancha?
-Sí, porque las ganas de ganar te llevan a no pensar, a
jugar nervioso y hacer todo lo contrario a lo que planificás en la semana.
-¿No encontraron la forma de tratar de combatir esa
ansiedad?
-Hablábamos mucho en el vestuario sobre esa situación. La
única solución es aprender a disfrutar del juego. Los responsables fuimos los
jugadores más grandes.
Fuente Olé
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