Derrota y descontento tras la derrota en casa ante San
Lorenzo y en la previa del partido con Racing.
Independiente sufrió por la falta de gol y se quedó sin
nada. (DyN)
Por Daniel Lagares
Los hinchas de Independiente deben presentarse a la mesa
examinadora: señores, prueba de tolerancia. ¿Cómo pedírsela si les han dicho
que lo único que importa es ganar?, ¿cómo reclamarles si el equipo lo dirige un
ídolo del club y el equipo ni fu ni fa? No arranca. La idea está pero, pero no
florece. Y se pierde. Y se puede perder en la próxima fecha, justo contra
Racing. ¿Tolerancia?
“Somos como Los Pumas, jugamos bien y no ganamos nunca”
decía un hincha mientras el partido transcuría a la derrota y ni siquiera se
sospechaba el descuento de Denis. “¿Para eso pago la cuota y la repu...” decía
un señor, con camiseta alternativa azul. Y soltaba un rosario que iba desde
Hugo Moyano al último hincha de Racing (todo entra en la bolsa de la desdicha).
Llevaba de la mano un nene de escuela primaria. Amores desencontrados.
Pobre Milito. “No es una decisión que tenga que tomar Yo.
Intentaremos hacer las cosas de la mejor manera posible hasta el último día y
daré lo mejor de mí” dijo el técnico tras la derrota. Hacen apuestas los
hinchas: ¿cuánto durará?. Así de cruel es esto.
No sin razón le criticaron el doble cambio hombre por
hombre: Miño por Rigoni y Denis por Vega. Le sobraban candidatos para sacar e
intentar con un “doble nueve”, fórmula que no le gusta. Es su derecho. Hay
otras cuestiones. El “doble cinco” está de moda. Suele ocurrir que se trata de
una mera posición en el campo y no de una función, un modo de enmascarar el
cuidado defensivo en busca del “equilibrio”. Ahora bien, ¿y el juego? Son pocos
los “doble cinco” que marcan y se comprometen en la elaboración. En gran parte
del partido sobró el “doble cinco”, pero el técnico no lo movió. A lo sumó
soltó a Toledo (de bajísimo nivel), cambió de lugar a los centrales (extraño
pésimo partido de Figal) y propuso esos dos cambios. Vera y Rigoni se fueron
silbados. ¿De tolerancia hablamos?
Milito admitió que la falta de claridad también fue inducida
por el repliegue de San Lorenzo. Habló de “seguir por el mismo camino” y de
“trabajar como siempre”. Por supuesto. Está claro lo que intenta con su
Independiente en defensa, en recuperación, en la elaboración y en la definición
pero en las cuatro fases de desarrollo hay fallas individuales y estructurales
en la sistematización de movimientos. Y, al menos ayer, en el clásico, una
alarmante falta de rebeldía. Eso se entiende mejor: Independiente no tiene
liderazgos futbolísticos, a no ser que quiera depender del chico Barco. Y no
tiene caudillos, de esos que hablan y, si es necesario, ponen la suela. ¿Cuando
debe irse un técnico? Cuando no encuentra respuestas en los jugadores. Milito
aún tiene tiempo. Cada vez menos. Los hinchas miran y tienen el pulgar listo
para levantarlo. O bajarlo.
Fuente Clarín
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