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jueves, 5 de mayo de 2016

Mensaje al DT que venga: es más fácil convencer a 18 jugadores que a millones de hinchas




Por Rodrigo Tamagni

Es hora de que llegue un entrenador que no sólo tenga la dedicación y los conocimientos de los dos últimos, sino que también la espalda para soportar la presión de este club

Crédito: Copa Argentina
Extraño es el concepto aquel que equipara los pensamientos de Pellegrino y Almirón, cuando sus ideologías futbolísticas están bastantes alejadas. En su concepción filosófica del juego, están más en las antípodas que en el mismo banco. Sin embargo, hay una metodología de justificación que ambos utilizaron, colocando a la gente en un puesto nocivo. Palabras más, palabras menos, los dos comparten que la presión que riega el campo desde las tribunas en los momentos adversos termina diluyendo el potencial y la personalidad de los jugadores.

Si el análisis tuviese que terminar ahí, sin dudas coincidiríamos en su mirada. La ansiedad que tenemos los hinchas por celebrar un título es incómodo para aquellos que deben tomar las decisiones con la pelota en los pies. A pesar de eso, consideramos que esa coartada es más válida para una charla de café con su grupo de trabajo, que para utilizarla ante los medios como una forma de exculparse en una porción de la obligación innata que tienen por estar en esta institución: salir campeones.

La gente no es necia. No ignora que Independiente no es el de Erico, Bernao o Bochini. Eso no quita que la vara siga siendo alta, porque sólo así se podrá volver a los primeros planos. Si el público quisiera conformarse con estar en los primeros puestos, hincharía por un club de menor obligaciones. Como aquel que actualmente "comprendió" la idea de Almirón, según sus propias palabras y sin desmerecer el excelente trabajo que viene realizando Lanús desde hace años.

Con un club ordeando para los ojos del público, con la cancha ya a punto de terminarse, un plantel cotizado y una base de equipo asentada -en buena parte a la combinación entre Almirón y Pellegrino-, el entrenador que venga deberá tener en claro una cosa: convencer del camino a seguir hasta las últimas consecuencias a los 18 jugadores que entren a la cancha y sólo así podrá trasladar calma a las tribunas. Deberá aprender a convivir con el murmullo y el nerviosismo, porque el combo de cumplir el sueño de jugar en un club grande como Independiente viene también con esto incluido.

Es una obviedad que Pellegrino cumplió su cuarto de hora en Independiente. Ya pasaron técnicos trabajadores, dedicados y capacitados para organizar equipos interesantes. Es momento para que el nombre que se ponga al frente del plantel le dé al trabajo el golpe de horno que le falta. Tendrá que tener todas esas cualidades y contar con nervios de acero para absorber la inquietud que volará en el aire. Porque ser parte de este club requiere un temple diferente. Estando acá, ser campeones siempre es una obligación, más allá de las circunstancias y las realidades.

Esto es Independiente, el que lo entiende bien y el que no, que se vaya.


Fuente Play Fútbol

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