Por Rodrigo Tamagni
Es hora de que llegue un entrenador que no sólo tenga la
dedicación y los conocimientos de los dos últimos, sino que también la espalda
para soportar la presión de este club
Crédito: Copa Argentina
Extraño es el concepto aquel que equipara los pensamientos
de Pellegrino y Almirón, cuando sus ideologías futbolísticas están bastantes
alejadas. En su concepción filosófica del juego, están más en las antípodas que
en el mismo banco. Sin embargo, hay una metodología de justificación que ambos
utilizaron, colocando a la gente en un puesto nocivo. Palabras más, palabras
menos, los dos comparten que la presión que riega el campo desde las tribunas
en los momentos adversos termina diluyendo el potencial y la personalidad de
los jugadores.
Si el análisis tuviese que terminar ahí, sin dudas
coincidiríamos en su mirada. La ansiedad que tenemos los hinchas por celebrar
un título es incómodo para aquellos que deben tomar las decisiones con la
pelota en los pies. A pesar de eso, consideramos que esa coartada es más válida
para una charla de café con su grupo de trabajo, que para utilizarla ante los
medios como una forma de exculparse en una porción de la obligación innata que
tienen por estar en esta institución: salir campeones.
La gente no es necia. No ignora que Independiente no es el
de Erico, Bernao o Bochini. Eso no quita que la vara siga siendo alta, porque
sólo así se podrá volver a los primeros planos. Si el público quisiera
conformarse con estar en los primeros puestos, hincharía por un club de menor
obligaciones. Como aquel que actualmente "comprendió" la idea de
Almirón, según sus propias palabras y sin desmerecer el excelente trabajo que
viene realizando Lanús desde hace años.
Con un club ordeando para los ojos del público, con la
cancha ya a punto de terminarse, un plantel cotizado y una base de equipo asentada
-en buena parte a la combinación entre Almirón y Pellegrino-, el entrenador que
venga deberá tener en claro una cosa: convencer del camino a seguir hasta las
últimas consecuencias a los 18 jugadores que entren a la cancha y sólo así
podrá trasladar calma a las tribunas. Deberá aprender a convivir con el
murmullo y el nerviosismo, porque el combo de cumplir el sueño de jugar en un
club grande como Independiente viene también con esto incluido.
Es una obviedad que Pellegrino cumplió su cuarto de hora en
Independiente. Ya pasaron técnicos trabajadores, dedicados y capacitados para
organizar equipos interesantes. Es momento para que el nombre que se ponga al
frente del plantel le dé al trabajo el golpe de horno que le falta. Tendrá que
tener todas esas cualidades y contar con nervios de acero para absorber la
inquietud que volará en el aire. Porque ser parte de este club requiere un
temple diferente. Estando acá, ser campeones siempre es una obligación, más
allá de las circunstancias y las realidades.
Esto es Independiente, el que lo entiende bien y el que no,
que se vaya.
Fuente Play Fútbol
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