Por Beto Tisinovich
No quiero confundir a los hinchas de Independiente, eh. Ojo,
no estoy hablando de Sarmiento. El equipo complicado es el nuestro.
Lo de
anoche en Junín es para reflexionar y mucho. Bah, para agarrarse una calentura
y no dormir por una semana. Patética la actuación de los muchachos de camiseta
roja. No puedo decir que se jugó mal, porque no sé a qué queremos jugar.
Las
tres victorias anteriores y el acercamiento a la punta maquillaron un poco el rendimiento.
Igual, desde esta columna nunca quedamos conformes. Decíamos que el conjunto no
se hacía cargo del trámite de los partidos y contra el Verde de Caruso
Lombardi, tampoco. No hace falta aclarar que Sarmiento lucha por no descender,
y la verdad que las ganas que le metieron son dignas de aplaudir.
Decíamos que
lo nuestro fue patético. Sólo se puede rescatar a Campaña, atento siempre, y
los desbordes de Rigoni. Después, una nube tóxica de mal juego. Un conjunto
largo. Y no hay vueltas: al DT le cuesta jugar con dos delanteros. Tanto Denis
como Fernández casi ni intervinieron. Cebolla Rodríguez no está para hacer
tanto recorrido, dicho por el mismo Pellegrino. Pero de pronto aparece pegadito
a la raya, de espaldas al arco y casi sin posibilidades de encarar. Mal.
Inentendible. Y más cuando el primer cambio es Benítez por el delantero que
pretende Boca. ¿Para qué siguió manteniendo el doble cinco? Ortiz, además, no
juega bien nunca.
Si contra Sarmiento tenés temor de perder el equilibrio que
ninguna ganancia te da, estamos en problemas. Pellegrino insiste con Aquino y
saca a Rigoni para poner a Gómez, cuando el ex Belgrano era la única carta para
ganar. Ahí el local sólo atinaba a revolearla. Las piernas no le respondían y
los nuestros seguían jugando a la velocidad de un equipo totalmente insulso.
Porque más allá de que el entrenador luce perdido, se necesita también que los
jugadores tengan rebeldía.
Así la cosa no va más...
Fuente Olé
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