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martes, 15 de septiembre de 2015

Mauricio Pellegrino: "El fútbol no es una máquina a la que le ponés monedas y te da vidas"



Foto: LA NACION  / Mauro Alfieri

Por Francisco Schiavo
 
El técnico de Independiente no se fía de un resultado, ni siquiera después de golear 3-0 a Racing; la relación con el plantel y los dirigentes, el método de trabajo, el presente y el futuro del club
 
Mauricio Pellegrino dice que el carisma o la buena prensa, a lo sumo, les dan a los entrenadores un plazo de quince o veinte días más en el cargo. Nada más. Él cree en el trabajo. Reniega de las relaciones públicas y de los amiguismos, algo cada vez más habitual en el fútbol. Sabe que todo son los resultados, pero ni siquiera se fía después de haberle dado una lección táctica a Racing en el clásico, en el 3-0 que acercó un poco más a los hinchas con el director técnico forastero.

"Con el clásico ganó el club. Ganaron los jugadores. Ganamos un partido importante y punto. Ganamos un partido para darle credibilidad a lo que venimos haciendo. Veníamos de algunos partidos en los que estábamos creciendo, pero no en el resultado. Al ser ante Racing le dio un poco más de marco, de contexto. Pero, en realidad, ganamos tres puntos. Tenemos que seguir mejorando para conseguir los objetivos", dice el DT que no perdió la tonada cordobesa, pese a haberse curtido durante varios años en Europa. Pellegrino elige estar en la Argentina. Pellegrino elige todos los días meterse en el acceso Sudeste y atravesar la realidad social para llegar al predio de Independiente en Villa Dominico.

-¿Y en cuanto a tu crédito y a la confianza de la gente?

-El crédito no es algo que me llene. El fútbol no es una máquina a la que le ponés monedas y te da vidas. A mí me hace feliz hacer lo que hago en todas las situaciones. Aunque no soy hipócrita: hace falta ganar partidos; trabajamos para sentirnos aceptados y queridos. Todos los seres humanos necesitamos afecto. Ahora, trabajo no para que me lo den todo. Trabajo siguiendo una línea, una conducta.

-Es que el DT anterior, Almirón, quedó condicionado por la relación con la gente, que terminó arrinconándolo.

-Sí, un estado de opinión o una opinión repetida muchas veces termina siendo una verdad. Pero bueno. Por eso es tan difícil ponerse de acuerdo en cuál es la realidad. En el anterior proceso, algo que no me incumbe mucho, vi que se defendió mucho el trabajo de Jorge y que los jugadores lo defendieron muy bien, y que los dirigentes lo valoraron muchísimo. También hizo un gran trabajo Omar De Felippe. Poner un equipo de pie es ensayo y error todo el tiempo. Recuerdo, por ejemplo, que cuando jugué en Vélez, en 1993, que hacía 28 años que no éramos campeones, varias comisiones anteriores venían armando buenos equipos para salir campeón: Basile, Rogel, Manera. Pero esos equipos venían creciendo, los jugadores iban madurando hasta que llegó Bianchi. Fue un hilo conductor, un trabajo que vino desde abajo.

-¿Contra Racing salió el partido redondo?

-Puede ser por el tamaño del rival. Hicimos cosas bien y otras no tanto, como en todos los partidos. Fueron tres puntos importantes, un impulso para seguir mejorando. Los límites están para ser derribados. Cada uno tiene que ir en la búsqueda de ser mejores. Individualmente uno tiene un techo, pero a nivel grupal y en el fútbol, sobre todo en la parte ofensiva, es inalcanzable, que se vayan conociendo, que se vayan entendiendo los pormenores: a mí tirámela al primer palo, a mí al segundo... Que haya esa relación humana da un salto más en calidad. En ese sentido, somos un equipo en construcción. Cebolla [Cristian Rodríguez] casi no ha jugado. Mancuello [Federico] no ha entrado en la cancha. Diego Rodríguez [Torito], lo mismo, y ahí ya tenemos un medio campo. Nos van a aportar mucho. Somos un equipo en construcción.

-¿Independiente era el mundo que imaginabas?

-Una parte, sí, pero otra no. Esa la estoy viviendo ahora. La cantidad de hinchas que hay por todos lados, la cantidad de peñas por el país, el recibimiento en el interior, como cuando fuimos a San Juan. Hay una parte, desde adentro, que era la esperada y otra a la que todavía me estoy adaptando. Una de las cosas que más me ilusionaron para trabajar acá, además de tratarse de un equipo grande, fue la predisposición de los dirigentes por volver a poner a Independiente en un nivel superior. No sólo por el hecho de ganar partidos, sino por la infraestructura, las obras, la nueva pensión. Hay un movimiento interno que une muchas voluntades. Ahora, los jugadores son un poco la imagen de todo eso que está detrás. Eso me provoca el mayor orgullo y trabajo con mucha ilusión por eso.

-Es raro que tu presidente sea el líder de la CGT. ¿Cómo es Hugo Moyano?

-No tengo mucho contacto con él. Pero, cuando lo tuve, me sorprendió su humildad para preguntar, para aprender. Él te cuenta que se mueve en otro ambiente y, a nivel deportivo, pregunta con muchísimo respeto. Se nota que es muy hincha del club, como Pablo [hijo de Hugo] o Yoyo [Héctor Maldonado, secretario general]. Todos son muy hinchas, pero también uno más de nuestro equipo de trabajo. Están unidos con nosotros, con los jugadores, porque todos nos defendemos entre todos. Estamos creando esa comunión.

-En Estudiantes tuviste un presidente que también jugó al fútbol, como Verón. ¿Te aportó una mirada diferente?

-En lo que respecta a mí, no. Todas las personas somos diferentes. Y todos tenemos diferentes opiniones. No todos los clubes son iguales. Toda experiencia ayuda. Que uno venga del ambiente de la política ayuda para la negociación, por ejemplo. Venir de dentro del campo te ayuda en el tema deportivo, pero también tenés que aprender la otra parte, la política. Entonces, siempre hay una parte que, vengas de donde vengas, tenés que aprender. Nadie enseña a ser dirigente de una asociación civil sin fines de lucro, que es diferente a ser directivo de una empresa, como un club europeo. Acá hay que ponerle el pecho a una situación por amor a la camiseta. No hay otra. Es algo de nuestro fútbol que me gusta mucho. Me siento muy identificado. Conocí mucho la parte de los clubes europeos, que son sociedades, y hay una parte muy canalla. El que viene y pone la plata se queda con las decisiones de más de cien años de historia. Eso es algo muy triste. Imaginate que acá viene fulano y compra a Independiente, y se adueña de toda la gente, de la historia, del sentimiento, de cómo se construyó el club. Por más que tengas dinero, si querés fundar un club en el medio de la Patagonia, por más que tengas el mejor estadio, a los hinchas no los comprás, los sentimientos no los comprás. Es algo en nuestro fútbol que yo sigo defendiendo. De última, si te van mal las cosas, a los cuatro años te tenés que ir.

-Es aceptar lo bueno y lo malo de nuestro fútbol.

-Tal cual. Lo bueno y lo malo. Se puede dar un paso, como profesionalizar las áreas y que luego decida la dirigencia en asambleas o reuniones. Pero los clubes, con los presupuestos que manejan y con las actividades que tienen, deben dar un paso adelante organizativamente.

-¿Con qué te darías hecho en Independiente?

-Cumpliendo los objetivos, que son cortos. Queremos jugar en enero o en febrero la Copa Libertadores. El objetivo prioritario es volver a la máxima competencia internacional.

-¿Creés en eso de las escuelas en el fútbol? Que éste vino de Estudiantes, que aquél de Independiente.

-Creo en la línea de trabajo que tiene cada cuerpo técnico. Hoy no sé si hay un club que le diga a su entrenador 'vení a dirigir acá porque éste es nuestro fútbol y tenés que jugar de esta manera'; que le imponga una forma de jugar. No existe en nuestro fútbol. Es muy importante respetar la historia y la cultura del club, pero no creo que exista un club que le haga imposiciones a un entrenador.

-¿Los equipos juegan como lo hacía su entrenador?

-Hablo por mi experiencia. Me formé por mis vivencias y por los profesionales que me tocaron en el curso, en la carrera. Me equivoqué mucho, aprendí mucho. Trato de detectar qué me pueden dar estos chicos. Es como adaptarse a la realidad: qué me gusta y qué me pueden dar los jugadores.

-Entonces, el técnico se adapta al plantel y no al revés.

-Es un poco de las dos cosas. Es un punto medio. Yo les puedo enseñar algún camino, pero muchas veces las jugadas las descubren ellos, que son los que nos van aportando cosas. Nosotros también aprendemos mucho de los jugadores. Hay que aprender a dosificar esa información. Es algo que yo estoy haciendo con el tiempo.


 Foto: LA NACION  / Mauro Alfieri

-¿Al jugador joven le gusta el fútbol o lo toma como un trabajo en el que gana mucha plata?

-Hay de todo. Los que están juegan por amor a la pelota, por más que se saltean plazos, que se relaciona al fútbol como un modelo de éxito, de autos, de mujeres. Al futbolista se lo ve como un ícono y antes no sucedía. Pero uno empieza porque le gusta jugar a la pelota, correr detrás de ella sin darte cuenta. A todos les gusta mirar fútbol y jugarlo. Ahora, que te guste el juego en sí y mirar muchos partidos es otra cosa. Jugar no quiere decir que te guste el juego. Ahí se forma un abismo.

-¿Te ocupás de la parte social de los más jóvenes?

-Trato de conocerlos lo más que puedo. Yo soy uno más. Me considero uno más del equipo. Saber cómo son o qué les pasa es una manera de acercarse y ver por qué rinden o no. Y para que ellos mejoren. Nosotros estamos obligados a darles un marco para que sean mejores profesionales. Conocer la parte humana es todo.

-Cuando Mancuello esté bien, ¿su recuperación debe ser anímica o futbolística?

-Es todo. Es futbolística. Y la parte futbolística es la humana. Es que lo respeten las lesiones. Es que mentalmente esté focalizado en Independiente. Por suerte, ya pasó el 31 de agosto, porque las indecisiones desgastan muchísimo mentalmente, quitan mucha energía. Se lo dije. Ahora sabe que el único camino que tiene es éste.

-¿Trabajaste mucho la cabeza con Benítez?

-Traté de hablarle sobre varios aspectos. Independiente merece que nosotros seamos lo más competitivos posible: entrenándonos, comiendo, descansando y jugando, que es el examen de cada semana. Hay que elevar al máximo el nivel de competitividad en todos los niveles. Eso se traslada a la cancha.

-¿El plantel entendió tu método? Por ejemplo, eso de quedarse a almorzar en el predio.

-Lo hablamos con los capitanes. Planteamos algunas cosas mínimas para mejorar. Son granitos que van sumando. Tenemos un grupo que quiere mejorar y lo notamos. Igual, es sólo un parte del contexto futbolístico. Ganar partidos es más difícil que comer todos juntos. Son sumas de detalles. Éso es lo que hace la gran cosa.

-¿Cuánto tiempo lleva formar un equipo?

-Para mí es algo inacabable. Imagino al último campeón y tiene muchas cosas para corregir, como Racing. River fue el último campeón de la Copa Libertadores, pero siempre puede corregir. No se acaba. Además, como nuestros equipos cambian tanto y después de cada libro de pases se van tres y vienen cinco, estás siempre conectando gente y viendo qué es lo mejor para darle y qué te pueden dar ellos. Es un proceso que no se acaba nunca.


La mirada sobre la selección

Mauricio Pellegrino se puso por unos momentos en los zapatos de Gerardo Martino y analizó al seleccionado argentino. "Al equipo le cuesta porque no tiene tiempo de trabajo. Ser seleccionador es eso: él elige los futbolistas y hay que jugar partidos con apenas dos entrenamientos. Es imposible encontrar rendimiento. Por eso cuando hay una Copa América o un Mundial, se juega mejor en los cuartos o en las semis, ahí se encuentra el rendimiento. Siempre van de menos a más. Hay que darle tiempo. Jugamos una final de Copa América, una final de Mundial y estamos entre los mejores. Estamos en el lugar en el que tenemos que estar. Las finales las definieron un penal o un detalle. Eso es la alta competencia. Pero estamos entre los mejores. Tenemos que agradecer. Si nuestro fútbol es algo, es gracias a los grandes jugadores que tuvimos en nuestra historia. Si tenemos tanta jerarquía, lo mismo", afirmó el DT de Independiente


Fuente Cancha Llena

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