Se llama Roberto López, vive en Mar del Plata y también
tatuó a personajes como Tinelli y Neymar; tras la Copa, viajará a Rosario para
seguir trabajando en el brazo de Leo
Por Darío Palavecino
El 10 tatuado por Messi.
Foto: LA NACION / Mauro V. Rizzi
MAR DEL PLATA.- A Manuel Neuer, el arquero de Bayer Munich,
con un zurdazo desde fuera del área y una inolvidable picada con derecha lo obligó
a callar eso de ser el único de los grandes al que no le había hecho goles. Al
también alemán Jerome Boateng, en aquella misma tarde, lo condenó a convivir
con el ridículo tumbo que le provocó en el área sin más recursos que un amague,
previa de otra definición colosal. Al marcador bilbaíno Mikel Balenziaga, que
lo acosaba con marca personal, lo desairó fácil con una corrida que dejó otros
cuatro jugadores de Athletic en el camino antes de anotar. Para Roberto López
también tenía una finta lista. Se lo trajo desde Mar del Plata y lo esperó a
que en cinco sesiones avanzara a puro repiqueteo de agujas y tinta, hasta
cubrirle de imágenes casi todo el brazo derecho. Y apenas pudo, también a él lo
gambeteó: se hizo de la máquina y con coraje le estampó un número 10 en la
piel. Desde entonces es el tatuador de Lionel Messi, tatuado por Lionel Messi.
Este tucumano de origen, residente en la ciudad de Buenos
Aires durante un par de décadas y radicado en estas playas desde hace más de
ocho años, recuerda el asombro cuando del otro lado de la línea, desde
Barcelona, la máxima estrella de fútbol mundial lo invitaba a viajar e
instalarse allí por unos días para que le realice un tatuaje que tenía claro en
conceptos, pero que había que definir en un boceto final.
"Una experiencia increíble con una persona fantástica
y, sobre todo, muy humilde", define López esta relación que empezó a
trabar con Messi, al que llegó por recomendación de Juan Cruz Leguizamón,
arquero de Central Córdoba, que es uno de sus clientes y amigo personal del
rosarino.
El tatuador de Messi, en su local marplatense. Foto: LA NACION / Mauro V. Rizzi
Tinta, lápiz, guantes estériles, máquina de tatuar y agujas,
todo su equipo guardó López en el bolso de trabajo acostumbrado a una frecuente
agenda en la metrópoli, pero que por primera vez cruzaba el océano Atlántico,
nada menos que para enfrentar al que hoy la mayoría señala como el mejor
jugador de fútbol del momento.
Una experiencia increíble con una persona fantástica y,
sobre todo, muy humilde
El propio Messi lo fue a buscar al hotel y le cargó las
valijas en el auto. Ya en su departamento, trabajaron sobre el tatuaje que
lució en público desde hace poco más de un mes. Pronto acordaron el diseño y
empezó el trabajo. "Lo que más me sorprendió fue la resistencia y
tolerancia que tiene Leo", cuenta López, que sólo tiene un par de tatuajes
en el cuerpo. "No soy muy fanático del dolor", bromea, y por eso
resalta a su cliente estrella. En particular porque las agujas perforaban sobre
la cara interna del brazo, una de las zonas más sensibles. Lo que para muchos
requiere una pausa prolongada para que desinflame y no duela, a Messi le
alcanzaba con un día de descanso. "¿Seguimos?", avisaba para
convocarlo otra vez al trabajo.
El segundo viaje terminó con dos sorpresas. Una fue a
finalizar la etapa del tatuaje, cuando Messi lo esperó con un nuevo cliente:
Neymar, su amigo y compañero en Barcelona. "Le hice un ambigrama en el que
se lee Familia y si lo das vuelta se lee For Ever", explica en diálogo con
canchallen.com. La otra es cuando lo desafió a invertir roles. El zurdo se
calzó los guantes y trabajó con pulso firme para grabarle el 10 que López luce
feliz en la muñeca derecha.
El tatuador de Messi, en su local marplatense. Foto: LA NACION / Mauro V. Rizzi
Especialista en retratos, este tatuador de 37 años, que ya
plasmó sus virtudes artísticas en figuras como Marcelo Tinelli, Martín Palermo
y decenas de futbolistas, se ríe cuando le mencionan su condición de amuleto de
la suerte, porque, tras su trabajo, Leo fue triple campeón. Suma anécdotas a la
creencia popular. Cita la de Fernando Coniglio, delantero de Unión, que se
tatuó una imagen de Messi en la pierna izquierda y dos días después hizo un
gol. Ignacio Malcorra, del mismo club, que aprovechó el viaje a Mar del Plata
para enfrentar a Aldosivi y se estampó otra imagen. En ese partido, marcó dos
tantos. O Pablo Campodónico, que también pasó por su estudio Eikeel de Peatonal
y Santa Fe, y dos días después fue figura en el histórico triunfo del equipo
marplatense en la cancha de Boca.
El trabajo con el 10 del Barcelona sigue. Mientras luce aquí
las camisetas y un par de botines autografiado que le regalaron Messi y Neymar,
López tiene próxima cita en Rosario para terminar el tatuaje en el tramo
interno alto del brazo derecho. Y espera ese momento, satisfecho con la calidad
de persona que encontró. "Más grande no puede ser", asegura.
Fuente Cancha Llena
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