Por Ernesto Assale (rrrojo)
Corría el
año 1960 y en la esquina de las avenidas Santa Fé y Juan B. Justo frente a la estación Palermo había una
legendaria pizzería propiedad de los
hermanos Carlos Timoteo y Mario Griguol, que jugaban en la primera de Atlanta.
Era lugar
de reunión de varios de los estudiantes del Nacional Nicolás Avellaneda, donde
los del turno mañana nos encontrabamos a la salida para hablar de fútbol y tomar un café usando
una generosa “cuenta corriente” que los hermanos nos facilitaban.
Los Griguol, eran jugadores profesionales que se desempeñaban en
Atlanta y muchas veces nos cargaban en su pickup trasladándonos hasta el estadio
de Bonpland al 300 para permitirnos presenciar los entrenamientos.
Otras veces
nos “pateábamos” las quince cuadras desde el Avellaneda en Humboldt y El
Salvador hasta el cajoncito, como se llamaba esa cancha pequeña y pegada a las vías
del ferrocarril San Martín.
Todo para palpitar esa pasión que nos devoraba a los que amábamos el fútbol y nos emocionaba, en un vestuario lleno de vapor, el olor al aceite verde y al Untisal que en aquellos tiempos se usaba para el masaje y calentamiento muscular, y poder escuchar al colorado Manuel Giudice primero y luego a Osvaldo Zubeldia como directores técnicos en sus charlas a los jugadores.
Todo para palpitar esa pasión que nos devoraba a los que amábamos el fútbol y nos emocionaba, en un vestuario lleno de vapor, el olor al aceite verde y al Untisal que en aquellos tiempos se usaba para el masaje y calentamiento muscular, y poder escuchar al colorado Manuel Giudice primero y luego a Osvaldo Zubeldia como directores técnicos en sus charlas a los jugadores.
Abríamos los
ojos y oídos para aprender a jugar al off side, descubriamos que era el defensor
batidor libre o escoba, el stopper y a dejar un hombre en el primer palo en los
corners, como a poner uno más en la barrera por el chanfle por afuera de ella.
De Don Osvaldo Zubeldía, picardías muchas de ellas criticables, sobre todo para los hinchas de Independiente que con el correr de los años lo padeceríamos como DT de aquel Estudiantes que nos competía en las Copas Libertadores.
De Don Osvaldo Zubeldía, picardías muchas de ellas criticables, sobre todo para los hinchas de Independiente que con el correr de los años lo padeceríamos como DT de aquel Estudiantes que nos competía en las Copas Libertadores.
Todo esto
en el más absoluto y religioso silencio, mientras enrollábamos las vendas elásticas recién descolgadas
del alambrado perimetral donde se secaban luego de lavadas junto a las
camisetas ya medio desteñidas, bajo la mirada del “huesero” luego devenido al rango de Kinesiólogo y el utilero.
Pagábamos
derecho de piso. Pero aprendíamos de “fobal”.
Veíamos pegarle
a la Sportlandia al cuadrado a Luis Artime (Quien posteriormente fuera goleador de Independiente y padre de Fabián Artime, también artillero Rojo) y le atajaba en la práctica Angelito Rocha. Artime, para desesperación del gordo Rocha,
le daba con la nuca y entraba. Con el tobillo y entraba. Tres dedos y la
mandaba por un agujero de la red, encima de la tribuna que daba a las vías y alguno de nosotros tenía
que ir a buscarla rápido para que no desapareciera.
Luis Artime - Fuente imágen web
Lo cargaba
el loco Gatti, que jugaba mejor a la pelota de wing de lo que atajaba en ese
tiempo.
Hugo Oralando Gatti - Fuente imágen web
Pero
aprendía de Nestor Errea.
Nestor Errea - Fuente imágen web
A Nestor
Errea el periodismo lo bautizó “Pedro de Mendoza el primer adelantado del Rio
de la Plata” y la tribuna compró el nombre. El apodo obedecía a que Errea salía
del arco a achicar y de emboquillada o vaselina, como se dice ahora le
embocaron más de una pelota, pero son relevantes la cantidad de goles que evitaba
al adelantarse y achicar el ángulo posible para la conversión por parte del
delantero rival que atoraba. Su dominio de la geometría teniendo en los vértices de su imaginario
triángulo al shoteador y los dos palos y la posición de su cuerpo con respecto a estos con
el travesaño era la herramienta que convertía su arco en inexpugnable.
Salvo aquellas bolas traicioneras y envenenadas que bajaban detrás de el.
Salvo aquellas bolas traicioneras y envenenadas que bajaban detrás de el.
En las prácticas ponía un pequeño copo de algodón enredado en el césped como referencia, pero al correrle como broma el mismo un compañero comenzó a marcar dos líneas sobre la raya de cal con el taco de su botín, para bronca del canchero que terminó pintándole las líneas.
En un
partido salió a atorar y el delantero la bombeó por encima del cuerpo del arquero. El giró y corrió
hacia el arco y como en basket entrando en bandeja elevó la pelota con la palma
de la mano por encima del travesaño terminando su carrera en el fondo del arco.
Y sus compañeros dudaban entre la felicitación y el insulto.
Los rivales decididamente lo puteaban.
Recuerdos que vienen de cuando el arquero tenía siempre los codos lastimados, pues los campos tiraban más a potrero con yuyos que las verdes y suaves carpetas actuales.
Se usaban rodilleras bajo los tres palos, y era a mano limpia sin guantes, hasta que comenzó a usarlos (Y creo que a fabricarlos) Amadeo Carrizo quien recibió un par de obsequio por parte del arquero ruso Lev Yashin conocido como "La araña negra".
Recuerdos que vienen de cuando los 18,32 por 5,50 metros que llamamos área chica era propiedad del arquero, y pelota que circulara por lo que se llamaba “la quintita” era responsabilidad del que tenía la ventaja de ser alto y poder agarrarla con las manos, además de jugarla con los pies como el resto de sus compañeros, tanto viniera de abajo como por aire.
Y todo delantero temía la carga al arquero penalizada por el reglamento pero más temía la salida de puños del golero y su salto con pierna recogida y rodilla amenazante.
Recuerdos
que vienen ahora que nuestros arqueros parecen los del metegol clavados sobre
la línea debajo de los tres palos. Y salen tímidamente de puños y le pegan mal,
hacia el piso, bajándola para el rival que espera el rebote y los fusila.
Quienes
siguen este blog verán que esta crítica que hago es recurrente para los últimos
arqueros del Rojo, y para Romerito de la Selección Nacional también.
Recuerdos
que vienen ahora en momentos que aún duele en nuestro corazón futbolero la pérdida
de una Copa Mundial.
Tal vez por el diferente criterio de dos arqueros para manejar el área cercana a su línea de gol. Uno propietario de "la quintita" y un poco más.
El otro, "palero", pájaro volador necesario para la foto que todo delantero tiene sobre un mueble mostrando el gol de su autoría que definió un campeonato. O una Copa Mundial.
Tal vez por el diferente criterio de dos arqueros para manejar el área cercana a su línea de gol. Uno propietario de "la quintita" y un poco más.
El otro, "palero", pájaro volador necesario para la foto que todo delantero tiene sobre un mueble mostrando el gol de su autoría que definió un campeonato. O una Copa Mundial.
Y sin ánimo de reabrir la polémica de si fue o no penal el de Neuer a Higuain, quiero que observen la actitud y posición en la jugada polémica de quien recibiera el Guante de Oro como mejor arquero del Mundial, y la comparen con la de Romerito nuestro casi héroe Nacional después de los penales ante Holanda. En el gol de Götze de Alemania, este le pateó de tan cerca que el nuestro le podía oler la transpiración.
Si no lo crees miralo, Götze está buscando un porta retrato:
Fuente video YouTube
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Fuente Independiente de Paladar Negro Blog
Fuente video YouTube
Por eso es
saludable que los preparadores de arqueros enseñen a los mismos a dominar el área chica y salir.
Sobre todo
salir con chicas. Buenas.
Señoras y
Señores, el gusto ha sido mío.
Sinceramente.
Sinceramente.
Fuente Independiente de Paladar Negro Blog
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