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martes, 2 de julio de 2013

Javier Cantero debía temerle a otro tipo de Asamblea



Por Claudio Mauri

   

 Foto: Archivo


La violencia, que siempre es repudiable en sí misma, distorsionó lo que debía ser la Asamblea de Independiente. 

El grupo de vándalos que atacó a los sillazos convirtió a Javier Cantero en víctima, cuando en realidad debía comparecer y dar respuestas como principal responsable del traumático momento por el que atraviesa el club.

Si los actos de barbarie, que un rato antes habían incluido salivazos, insultos y otros tipos de proyectiles, pretendían ser destituyentes, lo único que consiguieron fue que todos los que aspiran a tener un fútbol más sensato y sin patoterismo se solidarizaran con el presidente de Independiente, que aprovechó la ocasión para volver a hacer suya la bandera que le ayudó a ganar las elecciones: la lucha contra la barra brava.

Nadie puede beneficiarse ni sentirse agradecido por una salvaje agresión. Fueron tres, cuatro minutos en los que Cantero y un grupo de dirigentes la pasaron muy mal, sintieron el lógico miedo a sufrir heridas, a exponer sus vidas.

La Asamblea era la ocasión para que Cantero "la pasara mal" de otra manera, más civilizada y respetuosa, dentro de los cauces institucionales.

Más que con una silla voladora, a Cantero se lo podía poner en aprietos con el pedido de explicaciones por el descenso, por una situación económica que no es un ejemplo de austeridad, por una laxitud con la barra que lo dejó sin la imprescindible colaboración de Florencia Arietto, por la desacertada conformación de los planteles que debían evitar la caída a la B Nacional.

Todo eso sí podía hacerlo temblar a Cantero en su silla. El enjuiciamiento verbal era más peligroso para su autoridad que la cobarde emboscada.

Independiente sigue sufriendo por la falta de dirigentes que lo lleven por el buen rumbo, que lo saquen de una anarquía continuada.

Sumaba una década de malas administraciones entre Ducatenzeiler y Comparada. Cantero, con su perfil de outsider y un discurso incontaminado, representó una esperanza -no sólo para Independiente, sino para todo el fútbol argentino- que se está desdibujando conforme avanza su gestión. Apostó fuerte al querer diferenciarse de los vicios que comparte la manada de la dirigencia argentina, pero le pasó lo peor: se quedó solo y se fue pareciendo a los de la corporación.

La oposición política de Independiente está lejos de elevar el debate y fomentar soluciones.

Si Nakis y los Moyano son las voces disidentes, los oficialistas siguen en condiciones de tener la palabra.

Ahora, la Asamblea fallida se reprogramará, muy probablemente sin socios. Sin violencia, cuya furia, en vez de debilitar a Cantero, acalló el descargo que esperaba la mayoría de los hinchas de Independiente.


Fuente Cancha Llena

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