Por Rodrigo Volpi
Los resultados deportivos de Independiente alarman.
El
equipo se cae a pedazos y ni siquiera Américo Gallego le encuentra la vuelta.
Todavía le quedan 23 partidos y medio para intentar salvarse del temido
descenso.
La pobre imagen del plantel desencadena el enojo de los hinchas
hacia ellos.
Pero no son los únicos apuntados.
También Javier Cantero es
criticado de manera muy dura.
¿Cuánta responsabilidad tiene esta Comisión Directiva?
Está claro que le cabe un grado importante, como lo es el aspecto futbolístico.
El error más grave fue la decisión de firmarle un contrato a Cristian Díaz,
entrenador inexperto para un momento tan delicado de la historia del club.
¿Los
refuerzos?
Pueden gustarle o no a la gente. Ahora, para analizar a un jugador
nuevo, se debe contextualizar una situación. Para la pésima actualidad
económica de Independiente, se hicieron malabares y se trajeron figuras
interesantes, como también apuestas.
¿A qué figura joven y de presente podría
haber traído el Rojo? ¿Con qué plata? ¿Alguien recordará que desde el primer
día de asunción, el club comenzó a recibir embargos y pedidos de quiebra a
mansalva?
Sobre casi 60 mil socios que había en diciembre del
2011, alrededor de 11 mil votaron y 7 mil optaron por un cambio de 180 grados.
Y muchas cosas cambiaron. Algunas salieron bien, otras mal.
Pero el pasado, en
la situación particular de Independiente, influye de manera de radical en el
presente.
La institución llegó a una situación límite económica y futbolística.
El club estaba y está devastado de pies a cabeza.
Tiene una enfermedad
gravísima que no es terminal de milagro.
Algunas críticas al Presidente están
plagadas de argumentos y las comparto, otras son despiadadas y nacen del enojo
causado por los malos resultados deportivos.
Lo que pasa hoy en Independiente, es sólo la punta de
un iceberg que incluye vaciamiento económico, institucional y deportivo.
Este
equipo, que se arrastra en la cancha, es el que carga con las locuras del
pasado. Javier Cantero, con aciertos y errores, intenta darle rumbo a un barco
que se hunde desde hace más de 15 años.
Y viene el interrogante más importante.
¿Qué hubiera pasado si ganaba la oposición plagada de los mismos autores
materiales e intelectuales de la destrucción masiva del club?
¿La relación con
la barra sería buena?
Está claro.
¿Se volverían a traer alevosos negociados?
También.
¿Habría nuevas promesas de fantasía que jamás se cumplirían?
Sin
dudas.
¿Eso querían los hinchas?
No lo creo.
Mi intención no es defender a nadie.
Trato de analizar
de qué manera se llegó a esto y considero que el papel de la corrupción
indiscriminada del pasado no se puede desligar de las miserias actuales.
Que
quede claro.
Esta dirigencia puede ser cuestionada.
De hecho lo es.
Y también
es responsable de este presente.
Pero la basura no se puede esconder debajo de
la alfombra.
Ya rebalsó.
Existe un problema de memoria que impide recordar que
hace sólo 11 meses que se fueron los señores que dejaron a Independiente en
coma 4.
Es necesario marcar una escala de culpabilidades.
No hacerlo sería
injusto y como se dice, “mala leche”.
Falta para conocer el final de esta temporada.
Independiente se puede salvar o descender.
Si en junio del 2013 sigue en
primera, será una alegría para todos.
Si no, será una consecuencia.
El riesgo
de bajar de categoría que hoy corre un club enorme como este, es el riesgo del
cambio.
Fuente LxR
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