Por Cristian Fernández
El Tolo metió las modificaciones justas y el diario del
lunes le dio la razón. El triunfo da tranquilidad y es un premio para el cuerpo
técnico y estos jugadores que entendieron el mensaje.
Todos conocemos la aptitud y la facilidad de Américo
Rubén Gallego para leer rápidamente los partidos incluso durante el desarrollo
de los mismos. Por eso es un poco extraño que suela no encontrar el rumbo
mediante una modificación. Aunque, obviamente es humano y el fallo existe.
En La Paternal el Tolo, como muchos de los espectadores
del partido, vio que Rosales nunca encontró el camino para desequilibrar y era
el punto más flojo del equipo. Por eso metió mano y lo puso a Villafa¿áñez. Con
esto logró aire y cambio de ritmo en ataque y darle otra preocupación a Placente,
que estaba siendo una de las salidas del Bicho.
Un instante después, mandó a Mancuello a la cancha.
Raro, teniendo en cuenta lo últimos rendimientos del volante y porque el que
salía era Osmar Ferreyra que si bien no estaba teniendo un buen partido en un
reducto tan pequeño puede llevar peligro con la pelota parada. Lo cierto es que
Mancu fue el que hizo el tiro libre para Julián y la diferencia en el marcador.
Además ayudó a Morel en defensa, lo que se dice un cambio clave.
Por último, una jugada desleal de Torrén derivó en 7
puntos de sutura en la cabeza de Farías y su posterior salida del campo. Vidal
fue el delantero que ocupó su lugar. Fueron pocos minutos pero le alcanzó para
mostrar su vigencia y su velocidad en los últimos metros.
Así las cosas, el Tolo lo ganó desde el banco. Apoyó a
sus titulares, confió en sus suplentes y su trabajo tuvo recompensa. Obviamente
que los futbolistas respondieron y ante un partido complicado para jugar,
lograron marcar la diferencia con actitud.
Fuente Infierno Rojo
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