Escrito por Nicolas Brusco
La psicosis que genera esa palabra llamada “descenso”
provoca que se haga recurrente en el mundo Independiente hablar sobre aquellos
aspectos que exceden a lo que puedan hacer los futbolistas dentro de un campo
de juego, pero que terminan incidiendo en un resultado.
Padecemos un fútbol donde tener buenas relaciones con
dirigentes de peso es más importante que incorporar al mejor jugador de la
categoría.
Donde los partidos no empiezan un domingo, sino el día martes cuando
hay que presentarse en la calle Viamonte para pedir, controlar o reclamar una
terna arbitral asignada.
O peor aún, para armar un fixture de acuerdo a las
preferencias.
La exposición mediática que viene teniendo Independiente
desde hace un año parece no haberle jugado una buena pasada para el momento que
hoy atraviesa.
Muchos dirigentes del fútbol argentino no miran con buenos ojos
el color rojo, especialmente aquellos que también vienen padeciendo conflictos
entre los barras de su equipo y reciben el reclamo de sus socios para que
erradiquen a los violentos de sus clubes.
Un pedido que, se sabe, está muy
lejos de poder cumplirse.
Ni en Independiente, ni en Boca, ni en cualquiera de los
tantos equipos de nuestro país.
Mientras siga existiendo el grado de
connivencia con el poder político y los encargados de dar seguridad, las barras
van a seguir estando.
Ya sean muchos o pocos, con banderas o sin ellas.
Todo esto mencionado tiene su alto grado de veracidad.
Muchas veces, lo extra futbolístico termina incidiendo dentro de una cancha.
Frente a Quilmes, la gran mayoría de los hinchas se fue del Libertadores de
América con un sabor amargo. Convencidos de que si el arbitraje de Delfino
hubiera sido justo, el resultado bien podría haber sido otro.
Sin embargo, el hincha muchas veces se olvida de un
factor fundamental que puede derrocar lo malintencionado: el fútbol.
Y por
ahora, Gallego lleva poco tiempo de trabajo para encausar un equipo que cambie
la imagen que viene dejando hace ya un buen rato.
Porque el día que eso pase,
no habrá árbitro que pueda impedir un resultado favorable.
Si dentro de la
cancha se juega mejor, Independiente va a ganar.
Si no mejora, seguirá
sufriendo como hasta ahora.
Lo que pase fuera de un campo de juego habrá que tratar
de revertirlo.
Ya le pasó a River y ahí despertaron todos aquellos que creían
que los grandes no descendían.
Pero sin olvidar que cuando comienza a rodar la
pelota, los jugadores son capaces de cambiar el destino de lo que pase en un
escritorio.
Fuente Infierno Rojo
Nota de rrrojo: Fuera de la cancha se juega "otro" partido
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