Independiente se juega ante Flamengo el partido más
importante de los últimos años. No significa una Copa más, significa volver al
plano internacional.
Son días dulces para Independiente, tanto para el plantel y
el cuerpo técnico como para sus hinchas. El Rey de Copas jugará otra final
internacional, tal como acostumbraba de los ’60 a los ’90, algo que se diluyó
luego de la tan celebrada Supercopa 1995, ganada ante Flamengo y en el
Maracaná. Sí, el mismo escenario que se presenta ahora, fue el que debió
afrontar el Rojo en aquel entonces.
En el medio hubo una Copa ganada en 2010, pero no hubo tanto
lugar para el festejo. En el momento en el que el penal de Eduardo Tuzzio infló
la red de la tribuna Sur, el estallido en todo el Libertadores de América no se
hizo esperar, así como tampoco los festejos tanto en el Obelisco como en Mitre.
Sin embargo, aquel plantel había quedado último en el torneo, y poco tiempo
después, el Diablo sufrió la peor página de su historia.
Hoy, de la mano de Ariel Holan, Independiente recuperó la
identidad, no solo en el juego sino también con el simbólico saludo a los
cuatro costados de la cancha, y volvió a una final internacional luego de seis
años, cuando jugó la Recopa Sudamericana con Internacional. Lejos quedó aquel
junio de 2013, lejos quedaron aquellas jornadas de angustia y de dolor, tanto
que hoy sólo hay lugar para disfrutar.
De todos modos, aún faltan dos batallas más para coronar
todo el esfuerzo que se viene haciendo desde el principio del año, una en
Avellaneda y la otra en Río de Janeiro. Por eso, hoy más que nunca,
Independiente necesita de todos, no sólo de los jugadores y del cuerpo técnico,
sino también de la gente. De esa forma, tirando todos para el mismo lado, el
Rojo podrá volver a ser ese club tan ganador del que tanto se hablaba, y del
que se lo ha desacostumbrado al hincha. ¡Que explote la cancha y la Copa quede
en Avellaneda!
Fuente Infierno Rojo
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