El próximo viernes comenzará el ciclo Holan en
Independiente.
Por Andres Morando
Con un estadio
hermoso y terminado, quizás uno de los mejores de Sudamérica, el CAI debe
apuntar a la construcción de un primer equipo que, por un lado, respete la
identidad histórica (vocación ofensiva + pierna fuerte y templada) y, por el
otro, logre imponer condiciones en el Libertadores. Así se edificaron las
alineaciones sobresalientes en nuestros
112 años. Media inglesa. El triunfo como sinónimo de local y el desempeño
valiente como visitante.
Y para lograr ese objetivo, deberán acabarse las evitables
guerras de egos. Ergo: si la CD debió salir a buscar DT urgentemente ante la
salida intempestiva del Mariscal, no se puede condenar de antemano a un
entrenador que ni siquiera condujo una práctica. Por ello, quiero saludar a
Ariel Holan. Y desearle los mayores éxitos, que serían nuestras alegrías. En su
breve trayectoria, intentó apostar por el buen juego. Y al margen del efímero
último paso de Milito, ¿cuánto hacía, queridos Diablos, que no escuchábamos a
un reciénvenido decir que amaba a Independiente? ¿No vale un carnet de socio
vitalicio como el de Holan? ¿Se puede poner en tela de juicio su amor por el
club? Si el hombre creció en el cemento de nuestra borracha Doble Visera, ¿por
qué dudar y suponer que lo suyo es demagogia?
Resulte Holan o cualquier otro el indicado para comenzar el
camino de la construcción, vale la pena desempolvar una máxima de Pedro Iso:
"Por más que Independiente sea un gigante, tiene que manejarse como una
familia. Es la única forma que conozco para que las cosas funcionen bien".
Y el hombre sabía un poquito, ¿no? Por eso, queridos campeones Jorge Burruchaga
y Daniel Bertoni: les pido que nos unamos bajo el bien supremo de la causa
Roja. Ustedes son parte imprescindible de nuestra grandeza, pero hoy
perseguimos recuperarla con otros hombres. Para que el escudo glorioso una vez
más esté en lo más alto, debemos hacernos fuerte en nuestra propia Casa.
Fuente Olé
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