Por Javier Brizuela
A horas de que este plantel se devore a un ídolo de la
institución y el mundo Independiente se vuelva a preguntar que va a pasar con
el Rojo en el plano futbolístico, se cumple un cuarto de siglo de un momento en
el que sin dudas se dio un quiebre donde se puede situar el comienzo de la
decadencia en nuestra historia.
Hace 25 años los hinchas esperábamos la confirmación (por
cuestiones climáticas) para asistir al homenaje del mejor jugador que haya
vestido alguna vez la gloriosa camiseta que tanto amamos.
El Bocha se había retirado siete meses antes, luego de una
lesión producto de una fuerte infracción del jugador de Estudiantes Pablo Erbín
y esa noche del 19 de diciembre de 1991, el fútbol argentino le rendía el
tributo correspondiente a uno de sus máximos exponentes. Si bien se realizó un
encuentro entre el campeón del 84 dirigido por el enorme Pato Pastoriza y el
equipo de ese momento con Fren en el banco, al campeón en Japón se le sumaron
ídolos de otras instituciones como Hugo Gatti y el Beto Alonso.
Esa jornada, en la que la gente que colmó la Doble Visera le
hizo pagar a Marangoni la “traición” de haberse ido a Boca, sirvió también para
ver a algunos pibes que unos años después serían el último coletazo del Rey de
Copas. Porque el bicampeón de la Supercopa 94/95 con Garnero y Gustavo López
(el Dani casi no jugó la del 95) no se puede ni comparar con el logro del 2010,
más producto de la casualidad que de otra cosa.
“Porque te quiero te vengo a ver, aunque esta noche sea la
última vez” le cantábamos con lágrimas en los ojos esa noche a nuestro Dios,
sin saber que casi casi, a partir de ese momento no nos queda otra que rezar
para volver a ser lo que fuimos.
Imágenes del homenaje al Bochita:
Fuente Orgullo Rojo
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