viernes, 2 de septiembre de 2016

Messi es Argentina



Argentina le ganó a Uruguay 1-0 con gol de... Messi. Y sí, ¿de quién si no? En su regreso dejó la piel, jugó, gritó y hasta pegó. Volvió, sí. O mejor: nunca se fue.
                        

Messi se llevó todos los flashes en Mendoza.

Por Sergio Maffei

Tenía que ser él. Porque él, claro, era el dueño de la fiesta. No podía ser Pratto, más allá de su voluntarioso estreno. Tampoco Di María, a pesar de su cambio de camiseta en busca de mejor suerte. Ni siquiera Dybala, pese a ese tiro en el palo. Si fue palo, es porque el gol, el primero, el único, el que le diera la bendición el debut del Patón, debía ser de Messi. Para coronar su regreso a pesar de que nunca se fue, para retribuirle a la gente tantas muestras de amor, para que el Malvinas sea un puño apretado gritando por Argentina...

Tenía que ser él, también, el que despertara a la Selección. Para que el estadio sacudiera su modorra al final del primer tiempo. Una modorra en la que había colaborado Uruguay, un rival tan peligroso como poco generoso. Sí, el equipo el Maestro no quería ser el invitado a la fiesta de Messi. Por eso cerró espacios, replegó marcas para ahogarlo (hasta Cavani fue un 3 bis), intentó que se sintiera incómodo. Pero Leo logró salir de esa maldita foto de la final rodeado de chilenos (en este caso, de uruguayos). Y salió, sobre todo, en ese minuto 42, en el que giró ante la marca de Godín y Corujo y sacó un zurdazo que acompañó la suerte (el rebote en Giménez), porque de alguna forma tenía que entrar.

Fue un estallido. Un desahogo. Un instante mágico. Con el 10 gritando de cara a la gente, con la gente de gritando de cara a él, un vinculo que se reforzó como nunca en Mendoza. Era un gol necesario, además, para la circunstancia del partido. Hasta ahí, Leo había aparecido con chispazos, más volcado hacia la derecha, intentando desde ahí alguna que otra pared con Dybala. Pero luego el 1-0 apareció con todas sus luces. Incluso, desde su faceta de líder, para reprocharle al árbitro la roja a Dybala. O hasta para meterle una murra a Godín (el mundo del revés).

Si Argentina hubiera salido con 11 al ST, Leo se habría hecho un festín. Igual le alcanzó su magia para apilar rivales, para dejar en ridículo a Corujo con un caño genial, para levantar a la gente (“Meeeeesssi, Meeeessi”, fue el hit mendocino, con las manos haciendo reverencia), para sacarle varios aplausos al Patón, para encabezar la resistencia jugando decididamente de nueve, para dejar el resto de su golpeado físico en cancha en pos del 1-0 (venía con una molestia en el aductor izquierdo y dio a entender que es difícil que juegue en Venezuela), para ganarle a su amigo Suárez y para meter a Argentina en lo más alto de la Eliminatoria.

Leo está de vuelta. Y sí, tenía que ser él.

MENDOZA (ENVIADO ESPECIAL)

Fuente Olé

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