Diego Vera volvió a convertir frente a Banfield, luego de la
inactividad de dos meses por una lesión sufrida en un accidente doméstico que
también le produjo una tendinitis.
"Futbolísticamente, me falta",
admitió el uruguyo en charla con Olé.
Diego Vera, mano a mano con Olé, en uno de los rincones del
predio de Domínico.
Por Fabián Rodríguez
A los diez años jugaba en el Luis Franzini, la cancha de
Defensor Sporting, y no pensaba que iba a ser futbolista profesional y que
ganaría un campeonato uruguayo”, describe Diego Vera. Vive el presente con
intensidad, no se permite proyectar demasiado. Sólo sabe que “hay que disfrutar
esto porque no dura toda la vida”.
Viruta aprovecha cada instante. Es uno de los primeros en
llegar a entrenarse y es uno de los últimos en retirarse. “Pienso que uno tiene
que venir a trabajar, romperse todo y listo”, explica el delantero de 31 años.
Pisa firme. Sólo vuela cuando salta para cabecear, como el del sábado ante
Banfield. Y luego sonríe, muestra los dientes al volver a sentir la vibración
del gol en su garganta.
Un festejo radiante, debido a que en su mente perdura aquel
accidente doméstico, mientras armaba la cuna para su hijo Valentino, que derivó
en un corte profundo de dos centímetros en el tendón de Aquiles del pie
izquierdo. Una lesión que lo dejó afuera de la final ante Racing y de las
canchas por más de dos meses. Hoy, goza esta realidad y así se lo cuenta a Olé,
durante la charla en Villa Domínico.
-¿Cuánto necesitabas convertir un gol?
-No tanto, prefería agarrar minutos después de tanto tiempo
sin entrenar. Estuve muchas semanas caminando porque me dolía el pie. No podía
hacer nada, prácticamente. Por eso, fue importante poder jugar dos partidos
seguidos con pocas prácticas.
-¿Cómo fue ese período de inactividad?
-La llevé bastante bien, no estuve ansioso. Hablé con el
doctor y me dijo que estuviera tranquilo, que no tenía nada, que se había
formado una tendinitis que me causaba molestia y que llevaría tiempo.
-Cuando mirás la cuna, ¿qué pensás?
-(Sonríe) No está más, la saqué de mi casa y el nene, que
tiene un año y medio, duerme en una cama grande.
-Contra Racing, en la final de la Liguilla, probaste y no
pudiste jugar, ¿cómo reaccionaste?
-Ese día me quería morir. Me hablaban, me daban apoyo y no
respondía una palabra. Estuve mal, pero era por la calentura. ¡No podía creer
lo que me estaba pasando! Pensé que podía jugar, pero fui a dar tres pasos y
era imposible. Recién era el segundo día después del golpe. Me dolió mucho no
jugar...
-¿Estabas ansioso por volver a la acción?
-Lo tomé muy tranquilo, no fue una lesión muy grave. Fue un
accidente que me causó una tendinitis, que aún me molesta un poquito, pero con
tratamiento la voy llevando. El regreso demoró, pero también fue rápido porque
estuve mucho tiempo sin entrenar y cuando lo volví a hacer, luego de 10 días ya
estaba jugando. Me acuerdo que entré un ratito en Mendoza contra Godoy Cruz,
luego otro rato en el siguiente y así
sucesivamente.
-¿En qué nivel físico y futbolístico te encontrás?
-Hablé con Xavi Tamarit, el ayudante de Pellegrino, y le
dije que hoy (por ayer) estoy mejor que en el primer día de trabajo de la
semana pasada. Eso es bueno y con el correr de los partidos volveré a tener mi
estado físico, pero futbolísticamente me falta.
-Tenés competencia en el ataque: Denis, Benítez, Fernández y
Albertengo, cuando se recupere, ¿cómo lo asumís?
-Tranquilo, uno trabaja y después el técnico decide. El año
pasado también había delanteros importantes. Acá hay rotación. Uno tiene que
entrenar fuerte en la semana para después jugar los domingos.
-Parece que sos el preferido de Pellegrino, ¿sentís el
respaldo?
-Soy una persona callada y Mauricio lo mismo. Siempre hace
su trabajo, da indicaciones y no habla mucho con el jugador en confianza. Sí lo
hace futbolísticamente y marca una distancia. Pienso que está bien. Yo llegué
acá con ganas de trabajar mucho. Por eso, hay que aprovechar, disfrutar y
aceptar este gran compromiso.
-¿Cuál es tu análisis del rendimiento colectivo frente a
Banfield?
-Es bueno haber ganado. Eso ayuda a que trabajemos mejor y a
que personalmente agarre más confianza. Obviamente, no lo hicimos de la manera
que queríamos, con el fútbol que buscamos durante los entrenamientos de la
semana. Ahora hay que trabajar para lograr lo que queremos, además de los
resultados positivos.
-¿Sufrieron más de lo esperado?
-No hay que desmerecer a Banfield, juega muy bien y lo
demostró contra Central. Hubo un momento que tiraron pelotazos a Silva y nos
complicaron. Nosotros tratamos de defender y salir de contra en el segundo
tiempo. Por momentos lo hicimos y en otros no. Lo bueno es que supimos
defender. Esta semana hay que meterle con todo y vencer a Patronato para
acercarnos más.
-¿Creció la ilusión?
-Nunca se fue.
El plantel del Rojo, al igual que Diego Vera, siempre
confiaron y creyeron en sí mismos.
El sueño de la Celeste no lo pierde
El sueño siempre está. No pienso en él todo el tiempo, pero
la realidad es que vengo acá, disfruto y trabajo. Y luego, si el fin de semana
lo hago bien, puedo causar que me llame.
El teléfono está ahí, esperando el
llamado”. Diego Vera no oculta las ganas de ser convocado por Oscar Tabárez a
la selección de su país. Nunca jugó para la Celeste y a sus 31 sabe que las
chances de integrarla cada vez son menos.
Además, Uruguay tiene atacantes de
elite mundial como Luis Suárez, Edinson Cavani, Diego Rolán, Abel Hernández y
Christian Stuani. Igual, las esperanzas no las pierde para nada.
Para calmar un poco esa ansiedad, Viruta, al menos, siempre
tuvo la chance de estar en el Rojo con tres compatriotas. Apenas llegó de
Estudiantes estaban Mauricio Victorino, Diego Rodríguez Berrini y Cristian
Rodríguez. El zaguero central se marchó a fin de año a Nacional y ese cupo
ahora es de Martín Campaña:
“Nos llevamos de diez. Hace tres años que estoy en
Argentina, yo soy el que guía a Cebolla y a Martín, ja. Lo bueno de vivir acá
es que estamos enfrente, no es como cuando estuve en Colombia, México o China.
Ahora, en un barco llegamos en dos horas”, afirma el 9.
Aunque también tiene
sus desdichas: “Extraño mi barrio y con mi mujer, cuando tenemos dos días libres,
nos vamos a Uruguay. Me crié en Palermo, en el sur de Montevideo, y ahora me
mudé. Trato de ir seguido”.
Fuente Olé
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