Por Favio Verona
Curtiembres, barracas y siderúrgicas. El humo de las
chimeneas como símbolo de uno de los centros industriales más importantes de la
Argentina. El cielo gris de aquella Avellaneda que se vestía de overol fue
testigo del primer clásico entre Independiente y Racing en Primera (ya se
habían enfrentado en otras categorías). La tarde del 12 de diciembre de 1915,
alrededor de 8.000 de los 145.000 habitantes que vivían en el partido del sur
del Gran Buenos Aires, colmaron los tablones del estadio con estilo arquitectónico
inglés que el Rojo tenía sobre la Avenida Mitre al 1987, en el barrio de
Crucecita. Pasó un siglo, pero la rivalidad sigue intacta. En esa época, ambos
clubes representaban distintos sectores sociales. Independiente albergaba en
sus tribunas a la clase obrera de la ciudad y la Academia, ya consolidada como
una potencia futbolística, convocaba a los petiteros, como apodaban a un sector
de la clase acomodada. Al igual que en el último clásico jugado en el Cilindro,
el Diablo se impuso por 2 a 1 en ese derby, pero no pudo festejar: Racing se
llevó los puntos luego de protestar por la mala inclusión del defensor Victorio
Cappelletti. El fútbol cambió, pero los escritorios aún no colgaron los
botines.
Fuente Olé
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