Por Eduardo Verona.
El presente de Sergio Agüero en el Manchester City difiere
totalmente de su oferta futbolística en la Selección. Estos niveles de
rendimientos tan dispares que lo vienen acompañando al Kun, generan tantas
dudas como desconcierto.
¿Cómo jugó Sergio Agüero en el último Mundial? Pésimo, más
allá de no haber anotado ningún gol.
¿Cómo está jugando Agüero en la liga
inglesa defendiendo la camiseta del Manchester City? Muy bien. En las primeras
10 fechas del campeonato convirtió 10 goles.
Este estupendo presente del Kun en
Inglaterra, incluso llevó a Alfio Basile a dar en los últimos días una opinión
que, de mínima, convoca a la polémica futbolera: "Agüero es hoy el mejor
jugador del mundo. En Brasil no jugó ni la cuarta parte de lo que puede
dar".
¿Por qué en el
Mundial tan mal y en la liga inglesa tan bien? Ni Agüero lo debe saber, aunque
en primera plana aparezcan las lesiones y la precaria condición física que
mostró en Brasil 2014, cuando pareció poco menos que arrastrarse por la cancha,
dilapidando una oportunidad muy difícil de repetir.
Sigue siendo convocado Agüero para la Selección. En este caso por Gerardo Martino. Todo el
ambiente del fútbol lo mira al Kun como lo que es: un crack. En algunos
momentos hasta un crack subestimado, porque los brillos y las producciones
estelares de Messi se compraban todos los elogios. Y algunos más. Agüero
siempre fue el socio ideal de Messi para entrar y salir de la jugada con el
toque y la descarga.
Era la segunda guitarra. O el talento complementario que
en la década del 60 supo tener Pelé con Coutinho en aquel Santos insuperable.
O
Maradona con el Pelado Díaz en el mundial juvenil de 1979, en Japón, cuando el
Flaco Menotti era el entrenador.
Pero
algo falló. Algo fundamental. Agüero fue una sombra en la máxima cita
mundialista y también en la reciente caída por 2-0 ante Brasil. Y se fragmentó.
Como si existieran dos Agüero. Uno, con la camiseta de la Selección , sin
reservas físicas ni anímicas, incapaz de resolver y ganar un mano a mano. Y
otro, con la camiseta del Manchester City,
pleno, encarador, explosivo, goleador.
Estas dos versiones tan dispares desconciertan. Es el mismo, pero es
demasiado distinto. Es el mismo, pero toca los extremos. Los malos y los
buenos. Como antes Basile, después Maradona, luego Sabella y ahora Martino,
todos ellos le dieron y le dan crédito en la Selección nacional, en virtud de
lo que rinde en Europa.
Sí, es cierto,
el fútbol no es un fenómeno lineal. No proyecta ninguna certeza porque no es
una ciencia; es solo un juego.
Pero, ¿con cuál Agüero hay que quedarse? Porque
uno hay que elegir. Uno de los dos. El ideal castiga las redes en Inglaterra y
gana la tapa de los diarios. Ese jugador es el que llama el Tata Martino. Ese
jugador hábil y potente para descubrir y aprovechar los espacios en el área
rival es el media punta o punta que desactiva las dudas que vuelven a
instalarse cuando es citado para integrar y jugar para la Selección.
Porque él, precisamente, duda. Y hace dudar a
todos. Hasta a los que lo convocaron en repetidas oportunidades. El que se
tiene que decidir es Agüero. Un crack juega y rinde en cualquier escenario y
bajo cualquier circunstancia. No acá no y allá sí. El amplio campo de las
justificaciones (algunas válidas, otras no) ya debió haber quedado sepultado en
el Mundial de Brasil. Al Kun Agüero, por más crack que sea, no se lo puede
esperar indefinidamente para que sus luces se enciendan en algún que otro
partido más o menos importante.
No es
un tema de prioridades como para construir una pregunta superficial: ¿ la
Selección o el City? Es la Selección y el City. Porque el fútbol no se divide.
Más bien que depende de Agüero. Y de sus respuestas en la cancha. La Selección
demanda esas respuestas. Para ratificar la calificación de crack que desde hace
varios años lo acompaña.
Fuente Diario Popular
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