Omar De Felippe dice que todavía falta “dar muchos pasos
previos” para que el Rojo se transforme en candidato a subir de categoría.
“Igual, es nuestro objetivo”, aclara.
Por: INFOnews; "EL GRÁFICO", DIARIO.
Por Guido Molinari.
La cumbia a todo volumen suena del otro lado del vestuario y
Omar De Felippe aparece en escena después de dejar atrás el diluvio que cae en
Villa Domínico. El técnico llegó hace poco más de dos meses a Independiente
como un bombero que tenía que apagar el incendio de Avellaneda y, lentamente,
empieza a sacar todo el fuego que quemaba y no dejaba ver.
Después de dirigir diez partidos en el club y de conseguir
las cinco victorias del Rojo en su primera experiencia en la B Nacional, el
hombre que ascendió al mando de Quilmes y de Olimpo en esta misma categoría no
se arrepiente de haber aceptado la propuesta de intentar devolver al club a
Primera y está contento porque día a día
los jugadores se van adaptando a su estilo de juego: “Ver que son capaces de
tirarse de cabeza contra un tractor por nuestra idea es lo mejor que le puede
pasar a un entrenador.”
–¿Es mentira que no se puede jugar bien la B Nacional?
–No tengo tanta experiencia como muchos piensan y como otros
técnicos, pero los buenos equipos juegan en cualquier lado, en cualquier
categoría. Por eso Independiente tiene que empezar a que creérsela un poco más.
–¿Cuesta más imponer un estilo de juego en un equipo que
venía tan golpeado anímicamente?
–Siempre hay que empezar por hacer las cosas fáciles, que es
lo que hicimos primero, y conocer al plantel. Con el tiempo, seguramente, vamos
a seguir afianzando la forma de juego que nos gusta a nosotros y que no tiene
ningún misterio: una en la que el jugador se pueda sentir cómodo dentro del
funcionamiento del equipo.
–¿Con qué te encontraste cuando llegaste a Independiente?
–Con una situación lógica de un buen plantel al que no le
tocaba ganar. Uno al que no se le daban los resultados y que tenía una evidente
falta de confianza. En la medida que empezamos a trabajar, fuimos creciendo de
a poco en todo sentido.
–Decías hace una semana que los jugadores tenían que
recuperar la confianza en su juego y a volver a confiar en lo que son capaces.
¿Cómo se logra eso?
–Tenemos buenos jugadores, pero cuando no obtenés
resultados, de afuera parece que todo está mal y no es así: la clave está en la
paciencia. Hay que tratar de trabajar en la forma en que uno quiere, una en la
que el jugador se sienta protagonista a través del juego. Vamos mejorando y
ojalá podamos lograr el funcionamiento que buscamos, pero eso se logra con
tiempo. En todos lados donde estuvimos fue igual: con tiempo y trabajo.
–En tus primera conferencia en el club afirmaste: “Conmigo
el jugador tiene permiso para jugar y es una premisa que no se negocia: hay que
animarse a soltarse y a jugar”. ¿Sigue faltando eso?
–Cuando llegamos no había seguridad con la pelota y un
montón de cosas que estamos tratando de mejorar. Tenemos baches, nos falta que
el equipo agarre un buen camino, porque podemos rendir mucho más y eso tiene
que ver con que los jugadores disfruten del día a día.
–¿Qué es lo que más disfrutás de entrenar al Rojo?
–Cuando el equipo hace lo que nosotros trabajamos en la
semana. Eso es impagable, porque podés ascender, salir campeón –que sería algo
divino– pero es algo que dura diez segundos nada más. No hay técnico que no sea
más feliz y que no sienta orgullo cuando un equipo entra a la cancha y los
jugadores saben lo que tienen que hacer. Podés ganar o perder, te vas re
caliente si perdés, te vas contento si ganás, pero si tus dirigidos están
convencidos de lo que hacen, eso es el mayor logro al que podés aspirar.
–¿Es muy efímera esa felicidad?
–No dura nada. Es increíble, cada vez que fui a un club,
logramos el objetivo y es algo efímero. Y no siempre es salir campeón, a veces
tenés que ir y salvarte del descenso y luchás tanto, te salvás, te abrazás con
tus jugadores y ahí se terminó. A las cuatro horas tenés que pensar si arreglás
con el club, si te vas, quiénes se van, quiénes se quedan. Y te vas a otro club
y es lo mismo.
–¿Y por qué dirigís? ¿Por la pasión?
–Ver a esos tipos, que son capaces de tirarse de cabeza
contra un tractor por tu idea es lo más grande que te puede pasar. Que acepten
que el camino es por acá, que hay que seguir. Y en eso se me viene a la mente
la guerra: vos seguís a alguien que te guía.
–¿Qué le faltó al equipo en estos primeros diez partidos?
–Todos queremos jugar bien para ganar y que el jugador tenga
la serenidad para moverse en la cancha. Queremos estar con el equipo en
crecimiento en diciembre y sin tantas dudas. Cuando no jugamos bien me fui mal,
igual que cuando no ganamos o cuando insultaron a un jugador, que es como si me
lo hicieran a mí. No estoy al margen de mi grupo de jugadores. Yo pienso en
grupo y es lo que tratamos de inculcar: somos un grupo de 50. Miramos al que le
salen bien las cosas y al que no para tratar de ayudarlo. Les dije una vez que
no quiero se vayan silbados en ninguna cancha y que eso lo vamos a cambiar
nosotros.
–¿La figura de líder de un equipo la empezaste a forjar en
Malvinas?
–Todos algo tenemos innato de eso en nuestras vidas. Es una
marca, y después con el tiempo la vas enriqueciendo. Vas buscando experiencias,
situaciones. Y las más complicadas son las que te prueban. A mí me tocó lo de
Malvinas y he tenido la suerte de que no me pasara nada. Hoy a más de 30 años
siento que me enriqueció muchísimo para mi trabajo, para mi familia y para mi
vida. La constancia y mi convencimiento no me lo cambia nada: ni siquiera un
resultado. Sé que a la larga voy a luchar hasta el último día para lograr lo
que pensamos con mi grupo de trabajo. Tanto cuando estuve como ayudante o
entrenador, tuve bien en claro lo que quería y todos los días en Independiente
venimos pensando en que lo vamos a lograr.
–¿Soñaste ya alguna vez con el ascenso?
–Todavía no. Sabemos que es nuestro objetivo, pero hay
muchos pasos previos que hay que ir dando para llegar a ser un equipo candidato
al ascenso. Nuestra forma de ser en todos lados es ir de a poquito, creciendo
todos los días y quizás en un tiempo no nos demos cuenta y podamos ser uno de
los animadores del torneo.
Fuente El Gráfico / Tapa Infobae
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