martes, 5 de junio de 2012

Selección Nacional - Lo que Brasil no perdonaría


Lo que Brasil no le perdonaría a la selección de Sabella

Lo que debe corregir la Argentina rumbo al futuro y al amistoso del sábado próximo.


Por Christian Leblebidjian

  
Sabella debe trabajar en defensa - EFE


La Argentina goleó y generó aplausos.

En apenas treinta minutos ya ganaba 3-0 y entre Messi (sobre todo), Agüero, Di María e Higuaín hacían méritos para justificar la decisión de Alejandro Sabella de jugar con ese "cuadrado ofensivo".

Porque más allá de que hubo movilidad y explosión arriba, el seleccionado terminó jugando con un sistema 4-2-2-2 que intentó progresar con ataques interiores, con paredes, con triangulaciones que potencien los recursos individuales de las figuras.

Por delante de la línea de fondo Gago y Mascherano; Messi y Di María; Agüero e Higuaín.

Hubo varias acciones que marcaron esta tendencia, sobre todo en los goles, pero el modo ofensivo se vio mejor aún en la acción que no fue penal por simulación de Agüero.

Pero allí, a los 5 minutos del ST, se vio el repertorio entre la pared Messi-Higuaín, y la descarga vertical de Messi hacia el Kun.

Esa situación, como la del 2-0, el 3-0 y el 4-0, define la leyenda "así quiere atacar la Argentina".

Casi no usó las bandas, lo centralizó buscando ataques directos. Y otra vez, como ante Chile, tres de los cuatro goles fueron de contraataque, con aceleraciones y cambios de ritmo made in Messi, usándolo como referencia y guía para no sólo gestar, sino también finalizar las acciones.

Pero como el ataque y la defensa no se pueden analizar por separado (así lo demuestra incluso Barcelona, uno de los equipos tan lujosos como tácticos), también hay que marcar que los errores defensivos observados pueden significar más de un dolor de cabeza en el corto o mediano plazo, léase el amistoso del próximo sábado con Brasil, o un partido decisivo por las eliminatorias contra rivales con mayor desequilibrio individual al mostrado por Ecuador.

La Argentina ataca a una velocidad, pero defiende a otra.

Va demasiado rápido y no vuelve al mismo ritmo.

Y esto genera que las coberturas sean difíciles de observar con fluidez, que cada pérdida del balón en zona de volantes implique -para el rival- un ataque directo hasta Romero.

Frente a Ecuador, Valencia le ganó en el mano a mano a Clemente y Jefferson Montero a Zabaleta, como había hecho en el primer tiempo Suárez.

Más claro: si el equipo ataca a toda velocidad, no les da tiempo a los centrales de achicar espacios y salir ya que tienen que volver.

Y a río revuelto defensivo, ganancia del rival. Y más si ese adversario suele respaldar sus ataques (como Brasil), llegando con varias alternativas de definición.

La dupla de centrales, Fernández y Garay, es joven y necesita trabajo.

Vale apostar por la continuidad de ellos, aunque necesitarán un mayor respaldo.

Se lo vio excesivamente nervioso a Mascherano, incómodo. Puede jugar como volante, pero ya piensa decididamente como central.

Neymar, Robinho o Pato; los laterales Dani Alves, Maicon o Marcelo, que piensan como wines, no le perdonarían a la Argentina esa cantidad de metros sin cobertura entre la zona de volantes y los defensores.

Jugando así, un mano a mano de un delantero brasileño jugando contra un lateral argentino lo más probable es que termine en gol.

La euforia de la gente es entendible. Los goles generan éxtasis, delirio, entusiasmo.

Pero la Argentina necesitará transformarse en un "equipo más corto", más compacto.

Y para esto no es necesario desarmar el póquer ofensivo. Sí modificar algunas funciones, como la utilización de una de las bandas por uno de los delanteros (incluso rotando esas responsabilidades), la generación de una pausa para que el equipo pueda atacar respaldado y, en caso de tener que volver, no queden todos a varios metros del arquero.

La Argentina debería hacerse más ancha en el campo para no ofrecer un golpe por golpe constante. Y para que la pausa y el descanso sirvan no sólo para generar los espacios ante equipos cerrados, sino también para defender con coberturas y relevos y no mano a mano, para achicar la distancia entre los defensores y los mediocampistas.

Habrá que ver qué postura tomará la Argentina el sábado frente a Brasil. Y qué potencial ofrecerán los dirigidos por Mano Menezes.

Pero así como hay un desequilibrio ofensivo, también hay otro defensivo. Está y, si no se corrige, puede quedar expuesto en cualquier momento.


Ocho ataques generó la Argentina contra Ecuador y anotó cuatro goles. Tuvo una alta efectividad.

Otros rivales le opondrán una resistencia mayor.




Fuente Cancha Llena

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