Por Christian Cudero
Con la renuncia de Ramón Díaz, la dirigencia de
Independiente se encuentra ante un momento trascendental desde que asumió. La
realidad futbolística del Rojo tiene la misma importancia que el caos económico
financiero de los primeros días de mandato.
Es trascendental por diversos motivos. Por un lado, es la
primera elección de D.T. que va a realizar esta Comisión Directiva y por ello
pone en juego gran parte de su proyecto futbolístico. Pero no es una elección
más. En esta decisión se juega el futuro deportivo de Independiente.
Por otro lado se podrá ver cuán consciente es la actual
conducción de dimensionar la urgencia de puntos que tiene el equipo.
Porque aunque duela, el Rojo no está para pelear un
campeonato. De eso hoy en día solamente es consciente el hincha. Por ahora los
jugadores, técnicos y dirigentes no tomaron dimensión de esta realidad. Los
ejemplos de River y San Lorenzo sirven para darse cuenta. Si la dirigencia roja
no subestima la situación se estará más lejos de pasar por los momentos
angustiantes que viven en Núñez y Boedo.
El problema es si el entrenador que viene, los jugadores y
los dirigentes no toman nota de esto. En ese caso, el final es bastante
conocido.
La herencia recibida es muy pesada y arrastra
permanentemente al fondo del mar. Independiente como institución hace agua por
todos lados. Sabido es que la nueva conducción esta tratando de emparchar la
nave para salir a flote y una vez logrado esto remodelarla. Pero, siguiendo con
la metáfora, el parche debe ser duradero y bien colocado. Si lo atamos con
alambre el agua sigue entrando.
Se insiste desde estas líneas en que la obligación de
Independiente en el corto plazo es sumar de tres lo más rápido posible. A mayor
cosecha de puntos durante esta temporada más rápido se podrá pensar en
campeonatos. Pero si esto no se entiende desde el vamos, el panorama es negro.
Fuente: De la Cuna al Infierno
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