Por Demian Meltzer
Por necesidad, el fútbol argentino siempre fue de
exportación, aunque muy por debajo de la montaña de guita que el mundo gasta en
otros refuerzos.
No esperamos los obscenos 292 millones de euros que el PSG gatilló
por Neymar. Pero tampoco llegan los 45 palos que el Real Madrid pagó por
Vinicius Junior, picante punta del Flamengo.
¿Vale más el garoto de 17 años que en las finales no cambió
la ecuación, que Ezequiel Barco (18), titular en los dos duelos, asistencia a
Meza para el 2-1 de la ida y personalidad para patear el penal que encaminó el
título en el Maracaná?
Hay cierta concordancia: los 12 millones de dólares que
recibirá el Rojo por su última joya es lo mismo que el Atlético de Madrid le
pagará a Racing por Lautaro Martínez. La necesidad económica-familiar de Barco
hace que quiera irse ya mismo a la MLS antes de apostar a un fútbol más
competitivo. Tampoco puede el club desestimar la oferta el mismo año que, para
poder jugar, debió acordar con la AFA una deuda de $90 millones.
Y ya sabemos
qué pasó cuando Independiente frenó las ventas de Fredes, Pato Rodríguez y Benítez,
sólo por esperar una oferta mejor...
Fuente Olé
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