Por Ramiro Santinelli
Independiente se encuentra en un momento bárbaro. “Está
dulce”, como se dice coloquialmente. Todo le sale bien. Se ve en la final de la
Copa Sudamericana, con una ventaja obtenida en la ida. Se ubica a seis puntos
de Boca, el supuesto puntero inalcanzable, habiendo disputado un partido menos.
Alcanzó un volumen de juego que identifica a sus hinchas y provoca admiración
en los futboleros ajenos.
Se acostumbró a ganar.
En Sarandí, se cumplió el tercer partido de la Superliga en
el que Ariel Holan pone en cancha un equipo alternativo. El tercero. Y, sí,
gano los tres. Con proporciones distintas entre “titulares” y “suplentes”
(entrecomillo ya que este Independiente no cuenta con un once inicial
definido), pero alternativos en fin. Hasta en eso nos cambió el profesor. El
Rojo se suma a la pelea por el campeonato aun poniendo foco en la copa.
Fue una noche especial la del sábado. Siempre que nuevas
caras aparecen en el primer equipo, llaman mi atención. No se jugó bien, eso
también hay que decirlo, pero es lógico ante tanto recambio. Sin dudas, el hito
más importante fue el gol del pibe Denis. Qué belleza cuando tantos años de
esfuerzo se expresan en un debut con gol, en un joven de mucho atrevimiento.
Aplausos y felicitaciones para él y que sea el primero de muchos.
Y, ahora sí, dicho eso y felicitando a los pibes que
debutaron en el Viaducto y lo hicieron con creces, qué difícil no pensar en el
miércoles. La ansiedad me consuma, no tengo otra cosa en mente. Repito
constantemente el “Todo Rojo”, bailo como Leandro Fernández. No tendré la
posibilidad de viajar a Río de Janeiro pero sin dudas estaré acá, en Buenos
Aires, haciendo fuerzas para que este pudiente momento del club de mis amores
se corone con un título. Quiero gritar “Campeón” porque Independiente volvió a
hacerme bien.
Fuente De la Cuna al Infierno
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