Foto DYN/Pablo Molina.
Por Andres Morando
Los partidos se juegan de lunes a sábado. Lo de los domingos
es para la gilada”, señaló Dante Panzeri, maestro de periodistas. Así, crudo
como fue, retrató la importancia de aquellas decisiones que se toman en los
escritorios, los firuletes de oficina que no se ven en el césped. Y esta
columna no comienza por donde debería -la visita a San Martín-, puesto que
sencillamente -a juicio de un servidor- la CD del CAI avanzó en la acertadísima
idea de darle continuidad al ciclo del señor Ariel Holan. Como ya lo señalé en
numerosas ocasiones, y aún con algunas deudas -los refuerzos que áun no
funcionaron, la triste eliminación de la Copa Argentina-, nobleza obliga: el
primer equipo de Independiente no había mostrado tan buen fútbol -y de manera
sostenida- desde el 2010 (Tolo); el técnico construyó una defensa (sólida como
no veíamos hace mucho); logró asimismo una altísima eficacia -más del 60 por
ciento de los puntos en casi nueve meses- y, lo sustancial, recomponer una
perdida identidad Roja. Por ello, no hay más que mirar alrededor para darse
cuenta que este es el mejor camino. Si se apunta al respaldo y a la coherencia,
más temprano que tarde llegará la vuelta olímpica. Y es muy sabio cerrar el
acuerdo antes de decidir nuestra suerte en la Sudamericana. A conciencia, antes
de que la chapa sea puesta (delectación de los cortos analistas de resultados).
Postales de la mañana en Villa Maipú: un reloj despertador que no sonó a
tiempo- tal vez acostumbrado a las vampirescas noches de Sudamericana-; la
agresividad de siempre para responder con altura y desatar un vendaval de nueve
situaciones claritas y dos goles; el sabor agridulce por la eficacia; la
recuperación de Barquito y el anhelo de que el Puma deje de ser vegano.
Fuente Olé
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