Antes resistido y cerca de irse, le dio el pase a
Independiente en busca de la consolidación
Por Jonathan Wiktor
Benítez, el héroe en la gran victoria del Rojo. Foto: AFP
En la vida de Martín Benítez todo es una cuestión de fe. El
misionero de 23 años dice que desde que se acercó a Dios cambió su forma de ver
el mundo. Corrigió el rumbo errático que en un momento lo había tentado, se
aferró a su creencia y a su familia y ordenó sus prioridades. De alguna manera
acomodó su vida. Su rendimiento lo avala: después varios desencuentros con los
hinchas, y tras el triunfo sobre Atlético de Tucumán que le valió a
Independiente la clasificación para los cuartos de final de la Copa
Sudamericana, Benítez dio un paso directo hacia la consagración popular. Este
año, después de un primer semestre muy bueno, parece ser el de su
consolidación.
Benítez, que en el pasado solía perderse en sus propios
altibajos, dio en la tecla incluso pese al estrés por el juicio que afronta su
ex compañero Alexis Zárate, acusado de violación, en una reunión en la que
también estaba él, en 2014. La primera parte del año fue tan buena que durante
el último receso estuvo cerca de irse al fútbol europeo. La Superliga la empezó
con pie firme: en la fecha inaugural, ante Huracán, se despachó con dos goles.
En la segunda, en el empate ante Olimpo del viernes pasado, una lesión lo hizo
salir antes de tiempo. Una distensión en el isquiotibial de su pierna derecha
lo pudo haber dejado afuera del duelo con Atlético de Tucumán, pero se repuso a
la velocidad del viento. Estuvo en duda hasta media hora antes del inicio del
partido. "Me tuve fe, sentí que tenía que jugar", reconoció más
tarde. Benítez decidió que no podía perderse semejante partido, incluso con el
riesgo de agudizar su lesión. Le dijo a Holan que quería estar desde el inicio.
Así fue.
Benítez necesitó pocos minutos para demostrar que estaba en
sintonía. Asistió a Leandro Fernández, quien sacó un remate extraordinario y
anotó el 1-0. Intervino en la jugada que terminó en el penal a Bustos
(desperdiciado por Fernández). Y cerró la faena con el gol de la clasificación
con un remate tan preciso como violento. "La mística existe. Los hinchas y
los jugadores históricos te la transmiten", aseguró Benítez, que un par de
veces estuvo a punto de irse a clubes de un segundo rango de Europa.
"Fue una noche especial para todos -reconoció-. Pasé
muchos momentos complicados. Siempre trabajo con humildad para que la gente
piense bien de mí". Benítez, que debutó cuando apenas tenía 17 años de la
mano de Ramón Díaz, da indicios de haber encontrado su rumbo. Aferrado a su
creencia religiosa, el joven misionero, tras varios tropiezos, ha logrado
esquivar el vértigo de la fama.
Fuente Cancha Llena
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