El diario inglés The Guardian develó una historia
desconocida hasta hoy sobre la Copa del Mundo y la protesta contra la Junta
Militar
Mario Alberto Kempes anota un gol ante Holanda, en la final
del Mundial de Argentina 1978 (AFP)
David Forrest, profesor de la escuela de Inglés de la
Universidad de Sheffield, ocasionalmente escribe para el prestigioso diario
británico The Guardian. Y uno de sus últimos artículos acaba de develar una historia
atrapante y totalmente desconocida del Mundial 1978, que se celebró en
Argentina. El mismo se refiere al mensaje contra la dictadura oculto en los
arcos del estadio Monumental.
Forrest cuenta que seguía atentamente la actuación de su
Selección, Escocia, en la Copa del Mundo que se disputaba en Argentina. De
aquel certamen que se adjudicaría la Selección local comandada por César Luis
Menotti había dos cosas que a este joven de apenas diez años lo sorprendían:
las redes en los arcos y la base negra en los postes.
Lo que pareció en un comienzo apenas un detalle, para David
terminó siendo una obsesión que perduró por muchos años. El tiempo transcurrió
y a casi 40 años de aquel Mundial, Forrest tuvo la posibilidad de visitar
Argentina para acompañar a su esposa, quien debía realizar un doctorado en el
país. Esto le permitió indagar sobre aquel detalle que pasó casi inadvertido
para el mundo, pese a que estaba a la vista de todos.
De paseo por Palermo, David Forrest fue a comer a Don Julio,
una tradicional parrilla del barrio porteño. Contó que mientras hojeaba un
libro con las mejores fotos del Mundial de Argentina 78, un mozo se acercó y le
preguntó qué estaba leyendo. Entonces le mostró una imagen del arquero francés
Jean-Paul Bertrand-Demanes en el piso tras recibir un gol de Argentina, y
confesó el detalle que lo obsesionó por tanto tiempo: la pintura negra en los
palos.
Fue así como el mozo le recomendó que visitara el estadio Monumental
para encontrar las respuestas que tanto buscaba y tras dialogar con los
encargados del mantenimiento de la cancha de River, Forrest finalmente conoció
al hombre que pintó los palos pero sobre todo, descubrió el mensaje oculto que
los mismos contenían.
Argentina vs. Francia, en la Copa del Mundo 1978 (AFP)
"El canchero me acompañó a una habitación y me señaló
las fotos en blanco y negro que estaban en la pared. Allí noté una sonrisa
familiar y pregunté quiénes eran los de la foto. El canchero me dijo que era el
equipo que trabajó en el estadio para el comité de organización, y si quería
saber por qué pintaron los palos de negro, tenía que preguntarle a ellos",
relató el escocés.
"Me acerqué a la foto y reconocí a alguien familiar, mi
corazón latía en mis oídos. Me di cuenta de que sí, el hombre en la foto tenía
unos 40 años menos con un peinado salvaje como el de Leopoldo Luque, pero la
sonrisa y los ojos eran sin lugar a dudas los del mozo de Don Julio. El
canchero me dijo su nombre: Ezequiel Valentini", continuó.
Forrest decidió volver al restaurante ubicado en el barrio
porteño de Palermo una semana después. Y al entrar observó cómo Valentini lo
miró. "Sus ojos y su sonrisa al reconocerme me comunicaron que él sabía
por qué había vuelto", confesó David. Cuatro décadas después, tuvo la
charla que le dio todas las respuestas que buscó desde que tenía diez años.
Ezequiel Valentini le reveló por qué pintaron la base de los
palos de negro. Como ningún jugador usó brazaletes negros en honor a los
desaparecidos durante la dictadura, los utileros de aquel entonces buscaban una
forma de recordarlos. "Discutimos poner un mensaje en el césped, o
pintarlo en los carteles publicitarios, algo que las cámaras de TV pudieran
ver", reconoció Valentini. Sin embargo, cualquiera de esas formas de
protesta contra la Junta Militar eran muy peligrosas.
"No tenía miedo por mí. El terror actúa de tal manera
que te hace temer por tu familia y amigos. Cada jugador de cada equipo de la
Copa del Mundo debería haber usado públicamente un brazalete negro para
recordar a los muertos", le confesó Valentini, quien le comunicó la idea
que tuvo uno de sus compañeros: pintar la base de los palos de color negro.
Así se reemplazarían los brazaletes, pero había que
comunicarles primero a los militares de tal decisión. "Preguntaron para
qué era y le dijimos que por tradición. Pasó, porque no tenían ni idea de
fútbol".
"La Junta situó sus centros clandestinos de tortura a
la vista del público. Nosotros recordamos a nuestros muertos a la vista de todo
el mundo. Como esos centros, nuestro acto de recuerdo estaba oculto a simple
vista", concluyó Ezequiel Valentini.
Fuente Play Fútbol
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