La Octava del Rojo venció a Racing por 6-0 de visitante y
Velasco, una de las promesas de la cantera, metió triplete.
La octava del Rojo.
No es casualidad que, en la pensión del predio que
Independiente tiene en Villa Domínico, la fecha del clásico frente a Racing
esté marcada con resaltador naranja en el fixture. En las Inferiores, el
clásico de Avellaneda suele ser tan picante como en Primera. Pero en la semana
previa, los jugadores de ambos equipos se juntaron a compartir un almuerzo y
parece que la iniciativa dio resultados: que la Octava de Independiente haya
vencido a la Academia por 6-0 y sin que hubiese ni siquiera una pequeña
rencilla, delata que los pibes captaron el mensaje. Y más aun contemplando que
el partido se jugó en el predio Tita Mattiussi. Más allá del abultado
resultado, eso es lo primero que merece ser destacado y celebrado en estas
líneas.
El Rojo fue un aluvión y Alan Velasco tuvo una mañana que no
va a olvidar jamás: marcó por triplicado. El delantero de 15 años, que en 2016
fue citado por Miguel Micó para la Selección Sub 15, es una de las promesas de
la cantera. Rápido, habilidoso y con buen remate desde afuera del área, el
punta que surgió de las Infantiles del club jugó el mejor partido de su vida.
No estuvo en el área, sino que se ubicó detrás del 9 en el 4-3-3 que dispuso el
entrenador, Edgardo Acuña. Tuvo una función muy similar a la que suele
desempeñar Martín Benítez en el equipo de Ariel Holan. Sin embargo, pudo
mostrar lo mejor de su repertorio al llegar desde atrás y sin marca.
Ayala, Freyre y Márquez fueron quienes convirtieron los
otros goles de un Independiente que hizo lo que quiso en la casa del vecino. La
jornada terminó con una postal que suele ser habitual cada vez que el Rojo
enfrenta a la Academia. Una costumbre que trasciende categorías: los pibes
desataron un festejo interminable en el vestuario visitante, con cumbia al palo
y cargadas que, por suerte, no pasaron del tono naif.
Sayavedra; Molina, Juárez, Gago, Soriano; Villar, Velasco,
Kulac; Ayala, Lobo y Márquez fueron los pibes que le propinaron la paliza
futbolística a Racing. Se nota que ya están aprendiendo a ser buenos padres.
Fuente Olé
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