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sábado, 12 de mayo de 2012

Los anónimos también deben estar protegidos




Cantero sabe lo que quiere; Bebote, también; y, en el medio, aparece lo más inquietante: la gente, el socio anónimo que sólo ve su camiseta, roja como el corazón; ¿quién lo cuida?; esperemos que todos.


Por Francisco Schiavo
         

La guerra entre el presidente de Independiente, Javier Cantero, y la barra brava está declarada.

No es cuestión de usar términos grandilocuentes.

Así lo definió el propio dirigente.

 En ese contexto y con sus alcances.

De esa misma manera le contestó Pablo "Bebote" Álvarez, que se define como líder de los hinchas.

Fue el mismo que en enero pasado presentó la "renuncia indeclinable" como si de un cargo se tratara.

Como si, al fin de cuentas, alguien lo hubiera elegido en una democracia de mayorías para un cargo ficticio.

Es uno u otro.

A la larga o a la corta, así será.

No queda espacio para el paso hacia atrás.

Cantero, más allá de los errores, de haberle regalado alrededor de 10.000 pesos en banderas a la barra brava en febrero pasado, sabe lo que quiere.

Bebote, también; en medio de la impunidad, no se conforma.

Como actores principales quedan los organismos de seguridad. Esos tantos políticos que, de palabra, al menos, respaldaron al presidente de los Rojos.

Y, en el medio, aparece lo más inquietante: la gente, el socio anónimo que sólo ve su camiseta, roja como el corazón. ¿Quién lo cuida?

Esperemos que todos.

Hubo mensajes. Sonaron alarmas. Hay miedo. Pero que no se dude. Lo más importante es y será el hincha sin un nombre propio, con escaso recurso más allá de su aliento de tribuna.

Difícilmente le pasará algo a Cantero o su familia, con tanta exposición en los medios. Y en el mismo caso podría encuadrarse a Álvarez, salvando las distancias, claro. Pocos se animarán a meterse con él.

El tema será no olvidarse del resto. No dejar a un costado a esos chicos que, de la mano de una maestra, ayer evacuaron el colegio de Independiente por una amenaza de bomba en una lucha que no les corresponde, de la que poco comprende su inocencia. No es justo para ellos. Tampoco es justo para aquel hincha de Arsenal, calvo y robusto, que el sábado pasado recibió un piedrazo que le abrió la cabeza. Nadie lo cuidó. Ni a él ni a esos hinchas que corrieron entre tanto desconcierto y confusión en Sarandí, el sábado pasado, en medio de la "primera batalla", como definieron ambos bandos: Cantero y los barrabravas.

Pocos saben cuántos miembros tiene la comisión directiva de Independiente. A ellos, enrolados detrás de la causa de Cantero, también hay que protegerlos. En voz baja ya se habló de amenazas para el resto de los dirigentes. Por miedo, nadie las confirmó. Que no queden al descubierto en un terreno y descampado. Todas son partes de un conflicto en el que muchos se enrolaron.

Cuidado con las víctimas sin apellido.

fschiavo@lanacion.com.ar

Fuente La Nación



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